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Para nuestro propósito, que es llegar mañana al centro espacial de Cabo Cañaveral, podríamos muy bien dormir donde dormimos anoche, pero, en las circunstancias imperantes, nos parece más apropiado movernos un poco hacia adelante y buscar otro dormitorio.

Estamos viajando por una zona de muy leves ondulaciones, con los bajos, tomados por lagos, y los altos, cubiertos de un sinfín de residencias de lujo - ciertamente un caldo de paranoia exacerbada no aconsejable para nosotros. Nos preguntamos de qué vive tanta gente tan rica, o quizás sea todo un montículo de hipotecas y prendas que no la deja dormir de noche.

Del camino segundario por donde viajábamos, desviamos por un camino sub-segundario, pero igualmente prolijamente asfaltado. Aquí, parece que encontramos un lugar tranquilo, lejos de las histerias, para pasar la noche.

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Noche inmaculadamente silenciosa.

Madrugada hermosamente musical a cargo del coro aviar. La finísima arena en el suelo, tan fina como arena de reloj, delata presencias nocturnas que eran supuestas ser y quedar secretas, de cuadrúpedos, centípedos y nulípedos; nos acordamos de aquellas otras presencias secretas delatadas en las nieves árticas. En ambos casos, la misma sensación de violar, sin querer, un secreto inocente que merecía quedar secreto.

Incidentalmente, arena parece ser el suelo principal de todo lo que vimos hasta ahora de Florida: una arena finísima, muy suelta, como si todo fuera una inmensa playa de épocas geológicas pretéritas, y con el peligro siempre presente de encajarse en ella al instante, aunque sólo sea al costado de los caminos. Ya nos ocurrió este percance a nosotros, y nos salvó nuestra doble transmisión.

Otra vez viajando hacia el Cabo Cañaveral; pero, ahora, con una meta intermedia de último segundo. Decidimos que, ya que estamos por pasar prácticamente por las puertas del parque de diversiones Walt Disney World, podríamos echar un vistazo.

Por ahora, estamos viajando por una zona sorprendentemente libre de intrusión humana. ¿Será porque el parque, a más de ser de diversión para el público, es de lucro para sus propietarios y quizás, por ello, está ubicado en tierras baratas? Tan libre de intrusión, que apenas si tiene el asfalto con la inevitable eterna demarcación longitudinal central, y las líneas multi-cables de electricidad y/o teléfono sobre pilones de cemento; y que no tiene un solo cartel de venta, en agudo contraste con los innumerables ofrecimientos en tantas otras zonas de Florida.