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Preguntamos. Sí, eran plantaciones de naranjos y de pomelos, todo quemado por una ola de frío inhabitual en estas latitudes, hace 4/5 años. Ahora entendemos por qué los únicos árboles cítricos que vemos son chiquititos, de plantación reciente.

Debió de ser una gran catástrofe, en una zona con topónimos sugestivos como Orange City, Port Orange, Orange Heights, Orange Mills, Orange Lake, Citrus Spring, Citra, Citronelle, Tangerine, y un topónimo destacando la esperanza de todos estos cultivadores, pero, por lo visto, esperanza defraudada, Frostproof.

Recién vimos un cartel, de los muy grandes, ostentando un texto con tres significados; un significado explícito, obvio, y dos significados implícitos, no menos obvios.  Reza (en inglés):

"Si Ud. no sabe leer, podemos ayudarle, llame al teléfono ..."

Lo que, naturalmente, lleva implícito, primeramente, que hay suficientemente gente analfabeta por aquí para justificar semejante cartel, y, en segundo término, que hasta en Vespuccia puede haber falta de sesos: ¿cómo puede alguien que no sabe leer, leer dicho mensaje?



No hace falta saber leer: ¡uno se imagina lo que se vende aquí!

Nos detuvimos en un estacionamiento de supermercado. No vimos hasta ahora en Florida un estacionamiento que no haya sido un desierto de hormigón o, si se quiere, un horno solar. Ningún árbol jamás, o, cuando hay alguno, es para dar sombra a una laucha, a lo sumo - pero la gente se cocina. El arte es estacionarse dentro de los espacios provistos, con la cola del vehículo en dirección al Sol para presentar a éste la menor superficie posible. Y pensar, que todo, antes de las bendiciones de la civilización, era terreno forestado; que se podría haber guardado algunos de los árboles mayores. Claro, es más fácil arrasar con todo y poner una capa de hormigón sin impedimentos. O quizás las normas de construcción siguen patrones utilizados en zonas menos soleadas, menos calurosas, sin adaptarlas a las circunstancias locales. De todos modos, parece que aquí también fallan los sesos.

Llegamos a la fábrica de concentrado de jugo de naranja, en el pueblo muy apropiadamente llamado Groveland.

Tenemos apalabrada una visita para mañana de mañana. Veremos cómo el simple acto de tomar una naranja, cortarla en dos y exprimir su jugo en un vaso se puede transformar en una complicada industria. Por lo pronto, desde afuera, esta fábrica de concentrado de jugo de naranja se podría confundir con una fraccionadora de petróleo, sin omitir una sola torre ni una sola cañería, si no fuese por las toneladas de naranjas esperando en grandes acoplados.

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