incendio, desde chamuscones superficiales hasta calcinación total. Se ve que las palmeras crecieron después del incendio, por eso quizás serán tan chicas.
Palmeras y pinos en Keys
En otro sitio, nos detuvimos en la propia orilla del agua. Es obviamente mar baja, pero con grandes superficies, si bien nominalmente libres de mar, con una capita de unos cinco a veinte centímetros de profundidad de agua que se queda por la falta de inclinación del terreno.
Como recompensa por nuestra curiosidad, pudimos observar, como en una muestra preparada de medida, docenas de medusas atrapadas en estos pocos centímetros de agua, todas, pulsando, pulsando de esa manera extraña. Pero medusas muy diferentes de las que encontramos como vecinas nuestras en el mar de Haití. Estas, mucho más pequeñas, mucho menos en forma de ventosa, casi chatas, mucho más gorditas, no todas del mismo color sino cada una de otro color, y, sobre todo, cubierta, cada una, de algo, que nosotros creímos primero que era alguna plantita filamentosa o peluda debajo de la cual se escondían las medusas, pero que - eventualmente tuvimos que reconocer - es parte del bichito. Nos gustaría que alguien nos explicara. De todos modos, qué forma de vida más extraña, estas medusas.
Vamos a aprovechar, para pasar la noche en esta zona super-turística y super-regimentada por los cuatro costados, otra vez la muy gentil hospitalidad de nuestro escritor de delfines.
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Hoy, basta de este exprimidor turístico que no esperábamos en esta ruta de altamar.
En resumen, entre Cayo Hueso y Cayo Matecumbe, se puede entrever todavía cómo debía de ser la grandeza de esta calzada entre dos mares a todo su largo, antes de la depredación turística - aunque incluso dicho trecho ya está bastante dañado; pero, en el trecho de Matecumbe hacia tierra firme, donde estamos sufriendo ahora, es idéntico a cualquier gran arteria de entrada a cualquier gran ciudad.
Mejor pensar en nuestra próxima meta, a sólo unos 80 kilómetros de aquí, el Parque Nacional Everglades, famoso en Vespuccia, una inmensa extensión de bañados, con flora y fauna ad hoc, algo, nos imaginamos, quizás como el Pantanal de Brasil - si bien ciertamente no nos hacemos ilusión alguna, ciertamente no, después de la orgía turística en la cual todavía estamos; quizás será como un Pantanal enredado y subyugado por muchedumbres modernas y sus comodidades. Nos tememos que el interés no será en comparar los dos pantanales sino en comparar el estado primordial de uno con el estado subyugado del otro. Veremos.