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<>   Cambian a frecuencia más alta, o sea de menos alcance pero mayor exactitud, para detectar y analizar qué pasa más cerca, quizás en busca de su propia alimentación.

<> Y parece que pueden cambiar a frecuencias ultrasónicas para hacer exactamente lo que hacen científicos con frecuencias ultrasónicas: detectar qué hay de invisible dentro de otra cosa;
 
 > por ejemplo, un delfín nunca aceptará un pescado con anzuelo;
 > por ejemplo, puede recuperar una moneda perdida en el barro en el fondo del >>>agua en un relámpago, donde cien buzos jamás la encontrarían; 
 > también, un delfín puede distinguir entre dos grados de aleación de un >>>mismo metal, por ejemplo con mayor o menor contenido de cobre, por la >>>diferencia de eco que recibe.

Incidentalmente, aprendimos, en otro orden de cosas, el secreto de unos actos de delfines amaestrados, aparentemente milagrosos porque - en contraste con la manera habitual en la cual un domador va dando señales a los delfines para cada movimiento a ejecutar, y eventualmente va dando pescados como recompensa - en esta manera milagrosa, los delfines van ejecutando y ejecutando y ejecutando un increíble sinfín de actos, todo, aparentemente por volición y organización propias. El secreto está en que los delfines, en vez de recibir sus señales encima del agua de manera visible o audible para el público, las reciben dentro del agua, de manera invisible e inaudible para el público, por altoparlantes intra-acuáticos.

Un misterio es por qué algunos delfines colectivamente se varan en la costa y se dejan morir; y aun si se interviene a tiempo y se les remolca de vuelta a la altamar, habitualmente regresan a la costa - y frecuentemente más rápido que los barcos salvadores - y se varan otra vez.

Dos teorías referentes al por qué.

Una, muy emotiva, y antropocéntrica: suicidio colectivo; y también absolvente de sospecha de culpa humana.

Una, más prosaica y más inculpatoria de la raza humana: fuga para escapar de enloquecedoras vibraciones, quizás sonoras, quizás extra-sonoras, intra-acuáticas, producidas por alguna de las muchas actividades humanas sobre, y más probablemente dentro, del agua - acordarse de los problemas psicosomáticos por el simple bombeo de agua en un tanque.

En resumen y esencia, nada realmente nuevo bajo el Sol desde Plutarco, con su epopeya de cómo un delfín salvó de ahogarse a Telemaco; o desde Plinio, que se refiere al más prosaico caso de un delfín sirviendo de caballito de mar al hijo de un pescador.

Tales casos, claro - como otros relatos de la Antigüedad - descartados como imposible mito, hasta que ahora ... ahora se cuenta que, aun hoy, hay casos >>>>>>>>