• Algunos supermercados son tan refrigerados que es desagradable entrar.
Pero tienen lindas mayólicas a la entrada, como el Publix
• Una concesionaria de automotores, cerca de la cual tenemos uno de nuestros dos dormitorios en Miami, mantiene de noche su lote inundado de luz eléctrica doble o quizás triple de lo necesario para una vigilancia eficaz.
• Hay edificios de paredes totalmente de vidrio, y sin embargo con la luz eléctrica prendida todo el santo día, con un sol radiante afuera.
• ¿Y qué pensar del despilfarro de agua - y de la energía necesaria para hacerla disponible - que es barrer con un chorro de agua durante media hora las hojas de árbol en un patio de 15 metros cuadrados, empujándolas pacientemente con el chorro, de a una o dos, en vez de rastrillarlas en cinco minutos y luego, si se quiere, enjuagar el patio con cinco minutos de agua?
Y ¿qué pasará cuando se acabe el agua? ¿Imposible? Ya ahora - como justamente escuchamos en la radio - hay estados en el oeste de Vespuccia que se pelean en tribunales para decidir cuál tiene derecho a la insuficiente agua disponible.
M También, hay demasiado ruido, comparado con la silenciosa manera de hacer cosas, a la que nos acostumbramos.
• Hay que cortar una rama; se corta, para mayor eficiencia, con sierra de motor a explosión. Hay que llevarla; se pica primero, para mayor comodidad, con picadora de motor a explosión.
• Hay que limpiar las hojas caídas donde no se puede utilizar el despilfarro de chorro de agua; se aspiran con aspiradora de motor a explosión.
• Y las sirenas. En estas seis semanas en Miami, escuchamos sirenas cien veces, mil veces, más que en todos los años que pasamos fuera de Vespuccia. Y no es cuestión de sólo las veces que las escuchamos, sino del pandemónium que, cada vez, suscitan, especialmente cuando son dos los vehículos que aúllan de varias maneras al mismo tiempo. En contraste, en los otros países, las contadas veces que escuchamos una sirena, cada vez fue una advertencia sobria para dejar paso libre. Aquí, es una innecesaria invasión teatral; o quizás necesitarían dos tipos de sirenas, para autopistas y para calles.
Por otra parte, el tráfico vespucciano es tan silencioso como una alfombra mágica, comparado con el infierno infantil de los países más al sur. Aquí, nada de bocinazos, nada de escapes libres o motores ruidosos. ¿Por qué no se puede adoptar todo lo bueno de todos los países para todos los países?
M Una vista callejera en Miami bastante frecuente como para causar extrañeza, y sin duda aprensión, es la inordinaria e inexplicable cantidad de coches - y lindos coches, bien mantenidos - remolcados por una grúa de auxilio; cuatro, seis, diez, en un solo día por un solo lugar. Incluso vimos una grúa remolcada >>>>>>>>