Pero aquí mismo, en Miami, nos tocó un triplemente coincidental percance, o si se quiere un percance tres veces superpuesto, que, en miles de lugares sudamericanos, hubiese sido una sola gran catástrofe: nos tocó la increíble triple coincidencia de tres cubiertas fallándonos por desperfectos de fábrica en 48 horas; bastante increíble. Qué gratitud sentimos que haya sido aquí en Miami, y no en uno de aquellos tantos lugares sin ayuda ni recursos. Aquí, sólo fue una pérdida de varias horas, y sólo hubo que esperar una semana que trajeran las cubiertas de Memphis, porque en todo Miami no había una sola disponible.
Considerando, en retrospectiva, cómo esta dificultad, y las varias otras dificultades potencialmente incapacitantes que nos tocaron, siempre ocurrieron en un lugar donde se pudieron solucionar, nos sentimos guiados por una mano protectora. Más de una vez, esta Expedición podía haber quedado inconclusa, sin embargo pudo seguir. Nos sentimos agradecidos.
Volviendo a las cubiertas, cuando, finalmente, aparecieron, a los ocho o diez días, su colocación trajo otra desagradable, para no decir ofensiva, sorpresa; mientras, en cualquier otro país, la colocación hubiese sido inmediata o a lo sumo una cuestión de diez o veinte minutos de espera, aquí, nos confrontaron con la elección entre tomar una cita para otro día o esperar un hipotético hueco en la agenda del día. Una manera de organizar el trabajo seguramente muy práctica y eficiente del punto de vista del comerciante, pero ciertamente muy desagradable del punto de vista del cliente. Elegimos esperar. Esperamos una hora y media.
Tornando de pasado a futuro, cristalizar la logística del resto de la Expedición significó días y días de ardua, ininterrumpida, labor: cómo encadenar todas las metas en un itinerario eficiente - en cuántos kilómetros ello resultaría - en cuánto tiempo todavía - en cuánto dinero - evitaríamos, o cómo podríamos evitar, los tornados de abril, mayo, junio, de Texas y Missouri; los huracanes en agosto, septiembre, octubre, noviembre, de Texas y Luisiana,; los huracanes y lluvias torrenciales de Yucatán y del Petén, en agosto, septiembre, octubre. Todo ese trabajo de hormiga, que nos había llevado semanas cuando preparábamos la primera parte de la Expedición, hasta aquí.
Incidentalmente, el desarrollo lógico de nuestro itinerario nos conducirá fuera de la época de tornados y huracanes del centro-sur de Vespuccia, pero nos llevará directamente en lo peor de huracanes y lluvias en Yucatán y El Petén, lo que sería una locura enfrentar. Concoctar alternativas para llegar a Yucatán y El Petén en momentos menos peligrosos llevó tiempo pero sin solución satisfactoria; un problema que todavía falta resolver.
También, incidentalmente, para hacer nuestros planes con más exactitud y menos hipótesis, se nos ocurrió sacar estadísticas de nuestro recorrido hasta ahora. A más de obtener los datos deseados, nos llevamos algunas sorpresas.