►▪ Por otra parte, el motor parece estar en condiciones sorprendentemente buenas, por los kilómetros que ya tiene encima.
Así que una afinación, algo que no puede esperar, fue lo necesario y suficiente.
►▪ En cuanto al ruido fantasmal aquel, que tantas veces nos heló con su espantosa amenaza en lugares tan peligrosamente apartados, y que nos hacía desear fervientemente sólo llegar en una sola pieza a Miami para hacer revisar el diferencial, o los ejes, o lo que fuere, hace relativamente mucho tiempo - no sabemos cuánto porque estas cosas no dan preaviso, tal vez desde el principio de Venezuela - que no volvió a acosarnos; y nadie se atreve a aventurar una opinión solamente en base a nuestras descripciones. Nosotros teorizamos que quizás eran los frenos que se trababan por el barro amazónico. De todos modos, qué profundamente agradecidos nos sentimos - aunque ello signifique que nunca sabremos a ciencia cierta la causa del horrible ruido y de la sacudida concomitante - que no la hayamos aprendido en un lugar y tiempo catastróficos.
►▪ La filtración de agua por encima del parabrisas sigue un misterio. La teoría fue que debe de ser una filtración por los soportes del portaequipaje, pero cuando se virtió agua alrededor de los soportes, uno por uno, para detectar la falla, ni una gota apareció en el interior del vehículo, por lo que la cuestión queda todavía un misterio.
►▪ En cuanto a los manchones de herrumbre comiendo la carrocería por dentro, ya nos era evidente que, con semejante nivel de precios de mano de obra, se imponía esperar hasta México, pero igualmente fuimos a consultar a un taller, otro taller hispano, y bien hicimos porque nos enfrentamos con una nueva bien mala, muy lógica pero de una lógica en la cual no habíamos pensado, a saber que los manchones de herrumbre visibles probablemente son solamente algunos focos visibles de una corrosión mucho más extensa, todavía no aparente debajo de la pintura, por lo que arreglar lo visible sin arreglar lo invisible y hasta indetectable en los interiores de la carrocería sería probablemente trabajo inútil y por lo tanto dinero desperdiciado. Agregó nuestro médico de carrocerías que tal corrosión interna se debe más probablemente a una larga exposición a aire de alta humedad ambiental que a contacto con agua. Nos acordamos, en amarga aprobación, del quejumbroso estado herrumbrado que atacó tijeras y otros objetos metálicos durante nuestra estadía en la Amazonia. Veremos qué se podrá hacer en México. Quizás un precio bastante económico para tomar el riesgo.
►▪ En cuanto al silenciador, nos encontramos con otro caso que no se sabe si tomarlo, como explotación del cliente, o reflejo de una realidad económica, o sincero purismo técnico: no quisieron cambiar el silenciador sin cambiar también todos los caños del escape por delante y por atrás. Y ¿por qué tendríamos que pagar doble del precio del silenciador si no lo necesitamos? >>>>>>>>