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general de éste; ah, sí, y quizás hacer cambiar el silenciador, ya que el que tenemos desde Uruguay no es el correcto para nuestro vehículo.

►▪ En cuanto a los elásticos rotos, no fue fácil encontrar un taller especializado, en este magno Miami; y qué precios catastróficos, siderales, se nos cotizó.

  ▪ En un taller, nos cotizaron diez veces más caro que en Chile por el mismo trabajo exactamente - poner dos hojas nuevas, y arquear todas a la misma curvatura. ¿Y por qué, aquí, tendría que ser irremediablemente todo un día de trabajo cuando, en Chile, se hizo en tres horas? ¿Dónde está la eficiencia vespucciana?  ¿O será un caso de explotación del cliente?

  ▪ En un segundo taller, nos cotizaron 40/oo menos que en el primer taller, una diferencia sorprendente dentro de una misma plaza, pero un precio todavía sanguinario.

  Decidimos tratar de aguantar hasta México con las tres hojas sanas que todavía tenemos de cada lado.

  Además, la pura realidad es que también hace falta re-arquear a su curvatura normal todos los elásticos de ambos muelles traseros, lo que, por lo visto, aquí costaría otra fortuna.

►▪ En cuanto a la filtración de aceite en la bujía, el primer problema fue, como con cualquier caso mecánico en un lugar desconocido, a qué taller recurrir. En tal caso, la mejor lotería es recurrir a una concesionaria ya que, si bien probablemente no será el mejor taller al mejor precio de la plaza, por lo menos, casi seguramente, no será una cueva de chambones.

  A una concesionaria pues nos dirigimos. Pero, ahí, las cosas las tenían tan bien organizadas - o sea organizadas a favor de la empresa y no del cliente - que cobraban para sólo hablar con el cliente y enterarse del problema a solucionar. Probablemente, la próxima vez que vayamos a una zapatería a probar zapatos, nos cobrarán un derecho nada más que para probarlos.

  Fuimos, pues, a otra concesionaria. Ahí, el receptor de clientes se apiadó de nosotros y tuvo la gentileza de mandarnos a un taller mecánico pequeño y decente que conocía.

  En este taller chico, resultó que el arreglo de la filtración de aceite costaría tanto como comprar otro motor, semi-usado - no por las piezas necesarias, sino por la mano de obra. Pero, el mecánico, un Hispano de corazón tan tierno como el Hispano que nos mandó a él, sugirió que se podía proteger en considerable medida la bujía del aceite colocando una junta especial entre la bujía y el bloque. Así se hizo. A los 800 kilómetros, se sacó la bujía para verificar: efectivamente, el remedio resulta bastante substancial, si bien la bujía queda colocada un poquitito fuera de su posición óptima. Con esto también, veremos qué se puede hacer quizás en México.