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El Palacio y la Fortaleza, pues, si bien separados por unos diez kilómetros - el primero, en el medio de cómodas serranías, la otra, mucho más alto en la punta de una cresta - son, en realidad, no dos sitios históricos sino dos polos de un mismo sitio histórico, construidos por el mismo rey incongruo, en el mismo ambiente de efervescencia, y con la misma desventura final, al mismo tiempo.

Se vislumbra, primero, el Palacio Sans-Souci. Una bien extraña noción, algo como Palacio Sin-Preocupación, o Palacio El-Sosiego, o, muy literalmente, en el sentido original de la expresión, Palacio Sine-Cura, bien extraña noción en las incertidumbres de la época de su construcción. Caso para análisis psicológico: ¿imitación de lo europeo hasta en la denominación, por el famoso castillo prusiano homónimo cerca de Potsdam; o escapismo de los muy muchos soucis que abrumaban al Esclavo-Rey?

¿Que está en ruinas? Tal vez; apenas. Es una ruina tan íntegra, tan elocuente, que se ve más la majestad, la dignidad, del palacio que las partes que faltan. Una ruina verdadera es sólo sí misma y sólo se presta a conjeturar el estado completo original.


El Palacio Sans-Souci

Aquí, lo ruinoso se esfuma detrás de la contemplación del palacio - de sus columnatas, escalinatas, explanadas, todo al estilo principesco europeo; de sus cuatro frentes, porque no tiene solamente un frente de ostentación y tres traseros, sino cuatro frentes de ostentación, por donde se lo mire; y de sus niveles, cada uno, diferente de los otros niveles.

Es cierto que todo está sumido en un profundo coma, como en un cuento de hadas, pero se siente que, como en un cuento de hadas, bastaría una varilla mágica para re-encender la chispa de la vida.

Ah, pero querer restaurar todo sería un fraude porque nada se sabe del decorado interno. Además, hemos visto demasiadas veces que restauraciones nunca son tan convincentes como las ruinas propias antes de la restauración. ¿Por qué no restaurar - mejor dicho, inventar una restauración de - la mitad, y mantener la otra mitad como está, con el interés de antes-después, y menos gastos?

Algo que ciertamente no necesitaría restauración es las variadas vistas montañosas todo alrededor, como posiblemente ningún palacio europeo puede ofrecer.

Aquí residió el Esclavo-Rey Henri Christophe con su familia y su corte; con refinamientos tales como el refrescamiento del ambiente por encauzamiento de riachuelos serranos por debajo de los pisos de mármol donde se bailaba el minuet, o como el entibiamiento, quizás incluso el calentamiento, del agua para uso en el palacio pasándola por una cañería en serpentina expuesta al calor solar (pura ecología antes de que siquiera se conociese la palabra).

En las laderas hacia un costado del palacio, asoman vestigios casi obliterados, únicos restos de las funciones administrativas y ancilares de la nueva monarquía.