No hay estructuración centralizante. Cada hugan o hungan (sacerdote) y mambo (sacerdotisa) son maestros de su humfort o hamfort o humfô (oratorio) donde los loas (espíritus) descienden.
El vodún, por una parte, es una religión como cualquier otra, con su sistema de creencias, sus explicaciones de los misterios de este mundo, sus rituales de iniciaciones, súplicas, agradecimientos, consuelos, sus solemnizaciones de los cambios cruciales en la vida individual; es una necesidad teófila, moral, social, médica, artística, comunitaria.
El vodún, por otra parte, es una religión sui géneris, una mina de temas para el historiador de religiones y para el psicólogo.
Ya que estamos en lo famosamente haitiano, ¿y los zombis?
Los zombis, parece que existen. Pero no tenemos ninguna referencia de que sean parte del vodún.
De hecho, hay que tener cuidado que no todas las creencias y prácticas vigentes en Haití pertenecen al vodún.
De todos modos, se asigna tres explicaciones a los zombis, una explicación mágica, y dos explicaciones no mágicas, según la que se quiera creer.
Explicación mágica. Un muerto, exhumado y resucitado por un brujo, reaparece entre los vivientes pero sin personalidad, una cáscara vacía.
Explicación no mágica I. Un brujo mal-intencionado produce catalepsia en su víctima por medio de yerbas-drogas. La víctima se da por muerta y se la sepulta. El brujo la exhuma con urgencia, le hace recobrar consciencia, y le sigue administrando yerbas narcóticas, para mantenerla en vaciedad mental, y proveerse así de un esclavo incondicional, o acaso cumplir una venganza.
Explicación no mágica II. Una bien-intencionada cofradía se arroga el propósito de velar que la gente actúe no sólo legalmente sino también moralmente. Cuando la cofradía detecta un comportamiento que le parece inmoral a pesar de ser perfectamente legal, advierte al culpable; y si, después de varias advertencias, el culpable persiste en su comportamiento, la cofradía lo zombifica, por el mismo método utilizado por el brujo mal-intencionado pero con la buena intención de castigarlo y neutralizarlo.
PP El Mercado de Hierro (más formalmente, Mercado Vallières), publicitado como uno de los más interesantes de la Tierra, será subyugante para quien nunca vio otra cosa que relucientes supermercados, pero no es más que un menesteroso, indigente, desorden mercantil, sin siquiera personalidad o pintoresquismo para salvarlo. ¿Dónde está el pintoresco desorden de los mercados de Otavalo o Chinchero?