América del Sur, por siglos, al "descubrimiento de la imprenta por Gutenberg en 1445".
<> Madera esculpida; en semíes, o sea estatuas antropomorfas ceremoniales, y en dúhos, o sea un tipo de taburete para el oficiante de la ceremonia de la cohoba. Los ojos de las estatuas estaban realzados con láminas de oro o pedazos de concha, pegadas o pegados, con resina. Una de las estatuas es diferente porque sus brazos, más que de humano, parecen ser de orangután flaco, por su tremendo largo.
<> Pesados aros monolíticos; como para calzar alrededor de la cintura pero que no se puede poner ahí; como para colgar del cuello pero que no se podría soportar, por su peso excesivo; como ¿para qué? - nadie sabe.
<> Evidencias de deformación voluntaria de la cabeza de infantes.
El poblamiento vino - y fue de vez en cuando renovado, modificado, por sucesivas inmigraciones - desde Venezuela y también desde Nicaragua; curiosamente, nada indica migraciones desde el norte, desde Florida. ¿No será que la corriente de Brendan y de Colón fluye del sur hacia, y a través de, las Antillas, y que no hay corriente de la Florida hacia el sur?
Todo lo cual desembocó en los Taínos, los indígenas encontrados y aniquilados por los Españoles.
Ojo. El vocablo "Taíno" no define una etnia, por lo menos no una etnia homogénea. En su origen, era palabra paraborigen con significado de respetabilidad social en una sociedad que parece haber sido bastante jerarquizada, con una cima de dignitarios, los "nitaínos"; fue la usanza española de la palabra que derivó el significado de respetabilidad social a respetabilidad humana, refiriéndose con la palabra "taíno" a las sociedades paraborígenes más estables, polizadas y, sobre todo, no canibales, en oposición a las sociedades paraborígenes antropófagas, de ciertas otras islas, que eran los Caribes.
De manera que la voz "Taíno" es una etiqueta genérica para un mosaico de sociedades, ciertamente con rasgos culturales en común, pero de diferentes idiomas y costumbres sociales y religiosas.
El acervo lingüístico taíno dejó varias palabras en el idioma castellano, y algunas, en otros idiomas también: tabaco, maní, ají, higuera, yuca, hamaca, iguana, tiburón, huracán, canoa, batea, carey, y otras.
En realidad, el nombre de este Museo del Hombre Dominicano no es muy apropiado porque sugiere algo parroquial, algo como los años pioneros de la República Dominicana, y por lo tanto no refleja la amplitud que el museo realmente tiene. Un nombre más apropiado, se nos ocurre, sería Museo del Hombre en la República Dominicana o, según nuestra toponimia, Museo del Hombre en Quisqueya.