los adultos totalmente vacíos. Terrible vida de parásitos - ¿o será eso la quintaesencia de la sabiduría de una felicidad desconocida por los adictos a la actividad compulsiva?
Vamos a pernoctar una segunda vez en esta la Isabela, sitio histórico como, seguramente, pocos hay.
Otro asentamiento con destino inhabitual, si bien en forma y por razones totalmente diferentes, y en nivel histórico insignificante, fue, en esta misma costa, a unos 50 kilómetros al este de aquí, lo que hoy es Puerto Plata.
Hay que imaginarse un asentamiento fundado allí en 1502, dejado crecer en ciudad hasta 1600, y luego, esa ciudad, arrasada por orden real para concentrar la población en lugares bajo control administrativo más estricto, siendo nuevamente fundada, un siglo y medio más tarde, en 1746.
Basta para hoy. Basta.
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Tiempo de seguir viaje. Llovió mucho durante la noche; está lloviendo ahora. No podremos regresar por el camino de ida, porque sus trechos de tierra ahora deben de ser barriales; tendremos que intentar por otro lado. Esto podría ser una trampa por falta de previsión nuestra.
Lenta-, tensamente, a sacudidas (y nuestras dos hojas de elásticos rotas); ahora también con doble transmisión. Uf, asfalto.
Por pernoctar otra vez frente a la amable policía caminera cerca de Santiago.
Ahá, sorpresa; de las malas, cuándo no. Aquellos niños no son tan inertes como nos parecían. Descubrimos que, sigilosamente, nos arrancaron el sello de validación del corriente año de la placa trasera del coche. El vandalismo no conoce límites. O, por fin, encontraron algo que les haya despertado su interés latente en formas, colores, tactilidad, construcción. Sin malicia.
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Hoy, sí, visitamos el Museo del Tabaco; y una fábrica de cigarros, e incidentalmente de cigarrillos.
♦♦♦ Descubrimos que esta isla es, en realidad, el lugar más apropiado de toda América, y del planeta entero, para ocuparse del fenómeno del tabaco - no del >>>>>>>>