1) Hacia el norte, el corredor de la primera invasión europea, entre la Isabela y la Nueva Isabela.
2) Hacia el oeste, un lago hipersalado a 43 metros debajo del nivel del mar, con muchos pájaros y ¡cocodrilos! (¿cocodrilos en agua hipersalada si se puede creer lo que se cuenta?); y, por un desvío, también ida y vuelta, un sitio del que se supone que era un sitio ceremonial paraborigen por constar de un círculo de rocas graníticas, en el centro del cual se yergue una gran piedra "indudablemente" antropomorfa, una primitiva escultura originaria de la oscuridad de los tiempos. Incidentalmente, el nombre paraborigen del lago Enriquillo es Hagueigabón, por el cacique que luchó contra los Españoles en aquella zona.
3) Hacia el este, una cueva con arte rupestre.
Elegimos el corredor de la invasión. Viajando.
Primero, pasando por el Santo Domingo de hoy. Felizmente, tiene más aire, más espacio, menos deficiencias, de veredas, de provisión de agua, de desagüe, que el reducto antiguo que fue nuestro mundo en estas dos últimas semanas. Infelizmente, tiene su dosis, de calles anónimas donde siempre hay que preguntar y preguntar, y de rompemuelles. Su "gran" centro comercial, del cual tanto escuchamos, no es sino una cuadra comercial.
Ahora, fuera de Santo Domingo, muy pronto se establece una agradable topografía, mezcla de sierras y llanuras de valle; nunca se pierde de vista una sierra, nunca falta una llanura.
Tantas sierras pueden sorprender; pero sorprenden menos cuando se las considera como parte del macizo más alto de todo el Caribe - o, dicho a nuestra manera, de toda la cordillera antillana en parte sumergida - con una culminación de nada menos que 3.175 metros emergidos en el pico Duarte; los desconocidos metros, en más o en menos, se entiende.
Más agradable se hace el ambiente por el uso muy hacendoso y variado de las llanuras, uso resumido, en parte, por el cartel de una acopiadora de café, coco, cacao, miel y cera, a lo que podemos agregar arroz, caña de azúcar, bananas, legumbres, vacunos (de razas, para renovada sorpresa nuestra, europeas) y cabras, todo ello, en un agradable patrón de parcelas; relativamente pequeñas, en los cultivos, y no más de medianas, en los pastajes.
A veces, hay hileras de árboles en flor, como frutales en primavera, pero primavera no hay y frutales no son. También hay arbustos de variadas flores muy vistosas, como vimos en el otro istmo de América Central y en otras pocas partes.
La carretera, sin lujos pero sin apremios; tráfico bastante intenso.
LV Encuentro que recién nos tomó de sorpresa: las ruinas de un pueblo español fundado en 1494; qué viejo que suena en la cronología europea en América; y llama la atención su ubicación, en fecha tan temprana, bien tierra adentro más >>>>>>>>