- Ah ¿tienen comida?
- Sí, habrá algo de comida, pero naturalmente nada de comida perecedera, sólo >>comida seca de emergencia como ser arroz, fideos, alguna conserva.
- Hay que detallar todo.
- ¿Las latas también?
- Las latas también.
Obedientemente listamos: libros, colchón, nevera, calentador, herramientas, "y efectos personales usados varios"; y también: arroz, fideos, azúcar (no nos atrevimos a poner miel, que es lo que tenemos realmente), enlatados, vinagre, sal.
Firmar, y a la aduana con eso.
Sí, perfecto, exactamente lo que hacía falta.
Pero, mientras tanto, se hizo las 15 horas. Ya demasiado tarde hoy, anuncia nuestro brillante agente, para hacer revisar el coche y su contenido porque el vista de aduana trabaja sólo hasta las 15; y, por lo tanto, demasiado tarde para poner el coche en su contenedor. (Vacío en el estómago; ¡nuestro avión, mañana! adiós avión, adiós Guyana y Surinam; otra vez subir todo al portaequipaje para la noche, y bajarlo mañana; dos veces una hora de trabajo cansador.)
- Si queremos, prosigue nuestro brillante mentor, se le puede pagar un derecho > al vista para que atienda fuera de hora.
- Claro que queremos pagar, y salir de aquí de una vez. (¡Nuestro avión, >>mañana!)
Va el corredor a la aduana a convencer al vista.
Mientras, llamamos al consulado de Surinam. Nada.
Regresa, con una sonrisa más grande que su cara: ya está; no solamente convenció al vista, sino que éste ya le firmó y selló todos los documentos necesarios, en la comodidad de su oficina sin molestarnos con una revisación en el puerto - y, sin duda, sin ir a molestarse él mismo.
Así son las cosas; tantas vueltas, tanto papelerío, tantas exigencias, y aquí estamos con un coche que, legalmente, ya salió de Venezuela pero que circula libremente por Venezuela, y un coche en el cual podríamos ahora cargar una tonelada de cocaína o un cargamento de armas para luego embarcarlo sin que nadie sepa nada. Y todo ello, habiendo cumplido escrupulosamente con todos los requisitos de ley y sin haber movido nosotros en tal sentido siquiera un meñique; todo se presentó así de su propio peso.
Mientras tanto, hasta el contenedor se confirmó. Sí, pero son las 16:15 y el puerto cierra a las 16:30. ¡A las 16:30! Vacío final en el estómago. Ya está. Perdimos la batalla. Adiós definitivo a nuestro avión, mañana, y todo lo demás.