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La pura verdad es que, visitamos Nicaragua, que, según la propaganda, es la peste negra de América; pasamos varios meses en Chile, que no se conoce, en ciertos círculos propagandísticos, sino como una inhumana dictadura; estuvimos bastante tiempo en el Paraguay, igualmente el símbolo siempre cómodo de dictadura bajo las plumas de ciertos círculos propagandísticos; pero podemos afirmar, con todo énfasis, que, en ninguno de los tres susodichos países, sentimos la opresión diaria que sentimos en Venezuela - ni siquiera en Chile cuando estábamos bajo toque de queda y, creemos, en ciertos lugares, en cierto tiempo, bajo estado de sitio; y qué señores, los carabineros chilenos, qué amabilidad, qué educación. No sabemos qué pasa en Nicaragua, Paraguay y Chile con los descontentos por profesión que hacen un deporte de hostigar al gobierno, pero sabemos que, para la persona común que se ocupa de sus cosas, hay libertad total, por lo menos la tuvimos nosotros; mientras que aquí, en Venezuela, uno llega a tener miedo porque, aunque uno no haga nada, aunque uno no se mueva, de alguna parte, siempre aparece, en un uniforme, en otro uniforme, o sin uniforme, algún tipo de indagación maleducada, malhumorada y agresiva, realmente para estar en un temor permanente.

Además, estas bestias venezolanas son de sesos perfectamente tupidos, mostrando su ignorancia y/o imperceptividad; más tupidos que los sesos de muchos animales. Fueron adiestradas y condicionadas para una función y no utilizan la más mínima chispita de criterio propio. Tratar de hablarles como de persona a persona es tan ingenuo e inútil como pararse frente a un tigre y hablarle por las buenas, recibiendo a cambio sólo rugidos y zarpazos.

Debe de ser el resultado, de una selección de individuos ya así predispuestos o de un entrenamiento especial, porque el pueblo venezolano no es así. Es un pueblo normal y decente.

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Hoy, de Boconó hacia el pueblo de Guárico.

→  Muchas curvas, subidas, bajadas.
A veces, amplias vistas - cuando el panorama no está tapado por corredores >>de casas.
Bastantes derrumbes desde arriba, obstruyendo diversamente la ruta; y >>bastantes hundimientos del terreno por debajo del asfalto, a veces abriendo >>todo un abismo en parte de la calzada - naturalmente, nunca señalizado >>salvo, en ciertos casos, por matas de pasto que ya lograron crecer - a veces >>formando graderías en el asfalto, ya sea transversales o longitudinales. Una >>verdadera carrera de obstáculos.
Muchos cafetos, bananos, desparramados por entre mucha vegetación semi->>baritropical.
Y muchas viviendas - la ruta, una cadena de aldeas, cada aldea, de muchos >>kilómetros de largo por cincuenta metros de ancho.