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• El tipo, de manera agresiva,
  - "Cómo no se va a acordar".
• Karel,
  - "No tengo por qué acordarme, para eso está sellado en el pasaporte, para >>>>que yo, o cualquiera a quien le compete, se refiera al sello".

El tipo disfrazado de civil devolvió el pasaporte y, disparándonos otro "Y >>cuidadito con las evasivas", se fue con su compinche así como vinieron.

También, durante la confrontación, nos descargaron agravios contra la Argentina.

Qué manera de hacer despreciar un país, o de hacerlo considerar como un lastimoso caso de morbidez psicológica.

En el mismo orden de cosas, no nos acordamos si mencionamos en su debido tiempo - pero aunque lo hayamos hecho, no es de más repetirlo - que, en Barquisimeto, cuando estábamos estacionados en el estacionamiento del aeropuerto habilitado para estacionar, y con estadía paga, se nos vinieron encima dos otros animales de presa con los mismos modales y los mismos propósitos.

También lo mismo ocurrió en Mérida. En Mérida, en realidad, fue peor porque fue - en una hora - una sucesión de tres investigaciones. Y como nosotros, evidentemente, no pecamos por exceso de humildad y no chupamos las medias a nadie, no fue para ablandar las cosas, al contrario. Pero, como siempre tenemos todas las cosas en perfecto orden, nunca nos encuentran una falla; aunque estamos seguros de que ni haría falta el pretexto de alguna falla para que decidieran, de pura arbitrariedad, someternos a todos los vejámenes habidos y por haber en el libro de esbirros.

También, una vez, creemos que fue en Los Caracas, se nos acercó un tipo de pantalón corto, sin camisa, con una cerveza en la mano, pidiéndonos una ayuda. Karel le dijo que no teníamos cómo darle la ayuda requerida. Entonces, el tipo salió con que era de la guardia nacional, con una manera que evidenciaba que quería extorsionar de nosotros lo que necesitaba. Karel le dijo que, ahora, veía solamente un vago medio desnudo; que se pusiera su uniforme y que después hablaríamos; que no importaba que fuera de la guardia nacional o cualquier otra cosa, que si pudiéramos ayudar, ayudaríamos a cualquiera, guardia nacional o no guardia nacional. El tipo se puso cabrero y, tras unas invectivas típicas de gente mal educada, terminó diciendo que, como miembro de la alcabala que tendríamos que cruzar, a pocos metros, para seguir viaje, se encargaría de impedirnos el paso.

Como resultaron las cosas, cuando, al día siguiente, pasamos por la alcabala, él estaba adentro de la casilla, no nos vio en el instante pero sí nos descubrió ya de atrás cuando habíamos pasado. Lo escuchamos silbar, Karel lo vio en el retrovisor, pero se hizo el sordo y ciego, y seguimos adelante.