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Nunca vimos tal profusión, tan rica variedad, de pesebres.

No son pesebres nominales para cumplir con el simbolismo de la época del año, sino pesebres que, en la mayoría de los casos - se podría decir en todos los casos - requirieron mucho trabajo, mucho material, mucho esfuerzo. En la mayoría de los casos, el establo propiamente dicho, la Santa Familia, los Magos, las ovejas, y todo lo demás, son solamente una pequeña parte del conjunto, porque éste se extiende hasta representar también todo un barrio colindante, o toda una ciudad, o toda una región, con montañas de cartulina pintada y palmeras, inclusive. Quizás se podría decir que esta dedicación generalizada al arte de los pesebres, y con muy buenos resultados, es lo más grato y lo más diferente que hemos visto hasta ahora en Venezuela. Y cuando la escena se limita a sólo el establo, a veces es de tamaño completamente natural, de manera que uno puede prácticamente ponerse a espaldas de la Santa Familia y, por una vez, mirar la escena no como espectador desde el frente sino como participante desde los bastidores.

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Esta mañana, hacia el así-llamado lago de Maracaibo y sus grandes campos petrolíferos.

No sin mencionar, antes, que durante nuestra estadía en este estacionamiento legalmente habilitado como estacionamiento y donde estábamos legalmente estacionados, no faltó la nauseante patrulla metiendo su nariz en donde no corresponde, con las preguntas de siempre: de dónde vienen, a dónde van, qué hacen, qué llevan, documentos. Los documentos les mostramos, pero también les manifestamos nuestro asco, diciendo que la ley nos obliga a cumplir con la ley pero no nos obliga a estar de acuerdo con ella.

¿Por qué se habla siempre de ciertos países del llamado "este" como cuevas de dirigismo policial y no se habla de este Venezuela y otros países parecidos?

Llegamos casi a la orilla del así-llamado lago de Maracaibo, y aquí vamos a pernoctar. "Casi" solamente porque caímos víctimas de un doble golpe bajo solapado que nos desvió del camino correcto y nos obligó a muchos kilómetros inútiles. Un golpe fue dado por el mapa venezolano presentando una bifurcación, con un ramal indicado como recto que, correctamente, tenía que haber sido indicado doblando a la derecha, y con un ramal indicado como doblando a la izquierda que, correctamente, tenía que haber sido indicado recto; el otro golpe fue dado por la señalización incompleta. Mientras tanto, los cartógrafos y los señalizadores siguen cobrando sus sueldos y el mundo sigue lo más bien adelante.

Qué felices éramos antes de la Expedición, cuando, en nuestra torre de marfil, nos empeñábamos en tratar de hacer nuestro pequeño mundo particular tan >>>>>>>>