Este himno, desde entonces, lo escuchamos ya hasta el cansancio; todos los días, y algunos días, dos veces al día - o sea, su formulismo, hasta el hastío.
Claro, en Vespuccia, prostituyen su himno tocándolo obligadamente al inicio de cualquier partido deportivo. Es curioso observar cómo cada país trata su himno. Tantos meses pasamos en el Brasil, por ejemplo, y nunca llegamos a escuchar el himno brasileño.
CC Venezuela, si pudiera, estrangularía a su vecino la Guyana; en verdad, no se puede estar en Venezuela sin enterarse de que Venezuela reclama como territorio propio la mayor parte de lo que hoy es Guyana. Los mapas de Venezuela en Venezuela no son los mapas de Venezuela fuera de Venezuela: todos los mapas de Venezuela en Venezuela, hasta los más insignificantes en escudos comerciales, incluyen la gran zona en reclamación. Y nos acordamos de que, cuando estábamos en Lethem - Guyana - en realidad estábamos también en el mismo Lethem - Venezuela - otra secuela presente de historia pasada.
CC Nuestro centro comercial tiene el mayor despliegue de seguridad que jamás vimos porque, a más de su servicio habitual de vigilancia, tiene un puesto permanente de policía metropolitana con patrullas de perros de policía.
Comentamos a los policías lo que nos parecía un exceso de precauciones. Así escuchamos, en contestación, historias de ladrones que se meten por conductos de aire, de ladrones que saltan dos pisos para evitar ser atrapados, rompiéndose las piernas y siguiendo arrastrándose contra toda esperanza. Así nos dijo un policía "la delincuencia es tan tecnificada que la policía tiene que tener cursos especiales para mantenerse a la altura de los delincuentes".
Como para confirmar esta conversación informal, escuchamos por radio un alto oficial confesar que "el hampa consigue por contrabando armas de guerra que ni las fuerzas policiales tienen".
CC Entre el público, estamos despertando mucho interés, bastante más, parece, que en cualquier otro país. Tenemos que rehusar hablar con uno y el otro y el otro. Lo lamentamos, tanto más que la gente lo toma mal, pero, por una parte, es la necesidad de no dejarse esclavizar y más bien de ir despejando los apremios de la Expedición, y por otra - y quizás, probablemente, más poderosa - parte, no se sabe con quién se habla, y en estas condiciones dictatoriales, mejor callarse. Cuando estamos adentro del vehículo y la gente no lo sabe, es divertido escuchar las acaloradas especulaciones desde dónde salimos, por dónde pasamos, y a veces la sentenciosa afirmación de que lo marcado en el mapa seguramente sólo es nuestro proyecto, que no puede ser una realidad.
CC Las placas vehiculares venezolanas siempre contienen tres letras, lo que se presta a un lindo jueguito de vocabulario en varios idiomas: