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Maturín. Aeropuerto. Puesto de información, ninguno. Directamente, pues, a la sala de vuelos. Encargado. Vuelos internacionales había; vuelos internacionales
habrá - el año que viene; vuelos internacionales ahora, no hay.

Punto final. Parece que alguien se está empeñando en cortarnos el paso, por dónde se nos ocurra querer escurrirnos. Como nadie nos puede desear mal, debe de ser para nuestro bien.  Veremos, desde Caracas.

Ahora, ¿por qué empeñarnos tanto con dos países tan cortados por su geografía, tan aislados en sus comunicaciones con sus vecinos, y donde, al parecer, la única elección es entre delincuencia y guerrilla?

Pernoctaremos aquí mismo, en el aeropuerto, y mañana, será hacia Caracas.

Por lo menos, vimos el delta del Orinoco de más cerquita, sus omnipresentes brazos de agua y sus inmensas llanuras de pasto natural para vacunos, si bien con centenares y miles de hectáreas vacías, por lo menos cuando pasamos.

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*

Esta mañana, tenía que haber sido arrancar y poner rumbo a Caracas.

Pero, no. Sin pensar siquiera en revisar el coche, nuestra vista fue atraída, por algún instinto, hacia una hoja de elástico delantera rota. Seguramente, obsequio del asfalto venezolano. Mientras nos enfrentamos con las asperezas de caminos de tierra donde se estaba sobre aviso, donde se bajaba a cada hueco y se salía, a paso de tortuga, nunca ocurrió nada. Pero esta hoja se rompió seguramente ayer cuando, sin poder detectarlo visualmente de antemano, algo hizo brincar el vehículo como barquito sobre olas. A buscar un taller de elásticos.

En Maturín, taller de elásticos especializado no hay.  Hacia Caracas, pues, con cautela.

Lamentablemente, el asfalto venezolano sigue siendo muy ondulado de las maneras más diversas e imprevisibles - exactamente lo que no necesitamos para nuestra hoja de elástico rota.

No hay duda, por lo visto, que el fenómeno de San Martín en la Argentina se repite textualmente bajo el nombre de Bolívar aquí, en todos los pueblos y pueblitos de Venezuela. Avenida Bolívar, Plaza Bolívar, Calle Bolívar, Librería Bolívar, Farmacia Bolívar; y cuando la cosa se pone demasiado pesada, se recurre al santo de Bolívar: Edificio San Simón, Repuestos de automotor San Simón.