suficientemente superior para terminar con el otro; confusión en el país; masacres; miles de refugiados a la Guyane francesa.
¿Y ahora, qué?
No importa, vamos de vuelta al Orinoco.
Pasando por los bosques de pinos, nos detuvimos y fuimos a dar un paseíto por el interior. ¡Qué pulcros, qué acogedores, en oposición a la maraña inamistosa, repelente, de la selva! También, ¡qué agradable, el murmullo, el susurro, del viento por sus ramas!
En la tranquilidad de su interior, vimos algo que no se puede llamar hormiguero si bien fue construido y está ocupado por hormigas. Vimos verdaderas ciudades de hormigas, pequeños Chan Chanes de hormigas, cubriendo quizás quince metros por ocho metros, formados de docenas de montículos, pero no de la forma cupular habitual sino de formas varias, incluyendo pequeñas torres de paredes verticales, verdaderamente como castillos en miniatura; y con docenas de entradas, de gran variedad de tamaños. Todo ello, conectado con el mundo circundante por toda una red de avenidas, bifurcándose, entrecruzándose. Lástima que no se pueda tomar una fotografía a causa de las ramas y de los claros y oscuros de los pinos.
De vuelta en el coche, estamos ante un nuevo dilema. Resulta que nos estábamos dirigiendo a un paraje llamado Los Barrancos, parte de Ciudad Guayana, si bien nuestro informante en Cumaná nos habló de Barrancas; y nosotros equiparamos el uno con el otro. Pero recién, mirando el mapa, descubrimos que, efectivamente, hay una ciudad llamada Barrancas, en otro punto del Orinoco y por otra vía. ¿Será que él quería realmente decir Barrancas? Felizmente, estamos cerca de la bifurcación llevando al uno o al otro. ¡Qué casualidad, o qué suerte, nos hizo ver la alternativa en el momento más oportuno!
Vamos a cambiar de rumbo e ir a Barrancas.
En Barrancas.
▪▪▪ En el muelle. También ya estuvimos en la capitanía de puerto para confirmar la increíble y triste realidad. No, no hay tráfico de chalanas capaces de llevar un coche, ni siquiera hay tráfico de canoas, ni siquiera irregularmente, entre aquí y Georgetown. El movimiento es sólo fluvial de pequeñas canoas motorizadas llevando pequeñas mercaderías y escasas personas a lo largo y ancho del delta, pero nunca más lejos que la frontera entre Venezuela y la Guyana - porque, de paso, nos encontramos sometidos a endoctrinación en cuanto a la diferencia entre la Guayana que es la Gloriosa parte de Venezuela, y la Guyana que es sólo el otro país.
¡Increíble! ¿Y de dónde sacó pues nuestro informante, persona tan seria, de Cumaná, detalles como que hay servicio cada seis horas y que el trayecto dura 21 horas? ¿Cómo son semejantes cosas posibles? Y 400 kilómetros para encontrarnos con esto.