cuartel militar ubicado en a plaza central. Ahí, nos enteramos de que es peligroso pernoctar fuera de la ciudad, aun en la estación de servicio; mucho mejor quedarse en la plaza a la vista de la guardia. Aquí estamos.
En una recorrida de las ondas radiofónicas, una radioemisora en inglés nos trajo una información como para hacernos aceptar sin lamentaciones las dificultades de ir a Georgetown y Paramaribo.
Resulta que, en Surinam, los dos bandos están todavía trenzados en su lucha, así que no hay cuestión de ir a Surinam. Si fuera de paso obligado hacia otros países, como, por ejemplo, en América Central, sí, lo intentaríamos, pero para un lugar fuera del camino, parece no valer la pena. E ir a la Guyana litoraleña solamente, sin Surinam, después de haber estado en la Guyana por atrás, tampoco es muy atractivo. Veremos.
Es una satisfacción anotar que el recoger de las informaciones, aquí, en Güiria, nos fue grandemente facilitado por la gentileza de dos señores en sus respectivos coches, guiándonos hacia los lugares apropiados. Francamente, tanta solicitud nos parecía algo extraña y estábamos alertas; pero no, fue todo de corazón.
También es una satisfacción anotar que, en esta misma plaza, hace un rato, conocimos nuestro segundo Venezolano inteligente.
El primero, lo conocimos cerca de la cueva: había estacionado su coche al lado del nuestro y lo primero que hizo fue comerse unas naranjas y tirar las cáscaras al suelo. Le dijimos, de manera no exactamente sonriente, "Perdone, señor, hace dos días y dos noches que estamos aquí, y mire, todo está limpito. Usted recién llegó y mire la chanchada que ya hizo, eso está mal". Y nos fuimos del otro lado de nuestro coche para evitar argumentos. Al ratito, apareció el caballero, nos significó que ya había limpiado su error, y entablamos una conversación muy amigable. Ese señor merece nuestro respeto.
Aquí, estacionados en la plaza, se acercó un militar - que no sabía que ya habíamos estado en contacto con el cuartel - y empezó una charla con las preguntas de siempre referentes a nuestra Expedición. Pero luego nos preguntó si teníamos todo en orden, o sea nuestros documentos, a lo que le contestamos "Y a Usted ¿qué le importa?" porque una cosa es una fiscalización oficial y otra cosa es una intromisión durante una conversación de buena vecindad. El, muy lejos de hacernos lamentar nuestra franqueza, nos dio explicaciones muy gentilmente en cuanto a su grado en la guarnición, a la situación de tráfico de drogas en este puerto de Güiria, y otras cosas, y todo terminó con una charla muy amable - si bien, por parte nuestra, fue de acerba crítica de las alcabalas cortando los caminos venezolanos - y con un buen apretón de mano.
Otra vez, recorrimos las ondas radiofónicas.
Dimos con un programa desde Port of Spain en Trinidad-y-Tobago que da una excelente impresión de aquel país bi-insular; era nada menos que el undécimo >>>>>>>>