tiene en común con Ecuador que su superficie va del simple al doble según la perspectiva desde la cual se mira.
Se nos impone en sorprendente condensado, cuántas animosidades territoriales en América llegaron a nuestro conocimiento, sin buscarlas; en varios grados de quiescencia: entre Ecuador-Perú; Bolivia-Chile; Uruguay-Brasil; Guyane-Surinam; Surinam-Guyana; Guyana-Venezuela; Venezuela-Colombia; Colombia-Nicaragua, sí por unos islotes; Guatemala-Belice; y puede haber más. Y queda por ver el futuro entre Argentina y Chile por la misma tajada de la Antártida/Antártica.
Por un boletín informativo sintonizado en ondas cortas desde Canadá, nos enteramos de que nuestro futuro en Surinam es bastante incierto, o mejor dicho, bastante cierto, pero negativamente, porque, según nos enteramos, no se trató de alguna revolución de palacio sino que se trata de una verdadera guerra civil, de un enfrentamiento armado y continuo entre dos bandos, con partes del país ocupadas y ciertas carreteras cortadas por los adversarios. La cosa todavía podría cambiar en los próximos días, pero ...
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Esta mañana, siguen las vacaciones, pero en otro ambiente.
Carretera, asfaltada, muy sinuosa, por entre bosque tupido que, empero, no podríamos llamar selva, tal vez pluviobosque. Una ruta así, en los mapas de Vespuccia, se merecería la distinción de ruta pintoresca.
Desde que arrancamos, bajando, bajando.
600 metros, y bajando.
300 metros, y bajando. No pensábamos que sacaríamos otra vez nuestro altímetro.
Kilómetro 88 (no sabemos desde dónde, pero así se llama el lugar). Deslinde entre decencia y delincuencia, según el informante. Claro, hasta ahora, no había nadie, por lo tanto nadie que pudiera cometer asaltos; ahora, sí, hay gente.
Cesó el declive pronunciado. Lógico; estamos a 100 metros de altitud, mucho más no podía bajar.
El pluviobosque va cediendo el espacio a toda clase de incursiones humanas.
La carretera se volvió muy cómoda, recta, y muy ancha para tráfico de una sola dirección - lo malo es que el tráfico es de ambas direcciones, por lo que, cuando dos vehículos se encuentran, es, en realidad, muy angosta; pero encuentros son muy infrecuentes.