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hora, pero, la otra mitad del tiempo, nos podemos deslizar beatamente a 30 kilómetros, sin mayores problemas.

Y nadie y nada a la vista. Ni gente, ni animales. Más desolado que el altiplano, si bien nos acordamos.

Estamos vadeando buena cantidad de pequeños torrentes. Nada de los grandes riesgos entre Bolivia y Chile, porque, aquí, el fondo está siempre firme, en roca viva, si bien muy desigual por cierto; y, una vez, en hormigón.

Varias de estas corrientes tienen pequeñas cascadas; y varias de éstas tienen nombres con la terminación merú, por lo que deducimos que merú debe de significar, en el idioma de los antiguos dueños de estas tierras, cascada o salto; tal como en el salto más alto de la Tierra, justamente a nuestra latitud, a unos 110 kilómetros a vuelo de pájaro en la soledad a nuestra izquierda o sea hacia el oeste, un salto de 963 metros, de los cuales, 794 metros en un solo trecho, el Churún Merú - claro que desconocido por este nombre pero muy conocido por el nombre importado de Salto Angel, debiendo entenderse, por colmo, esta palabra no en su versión castellana sino en su versión inglesa, Eindll'l (ll a la argentina).

Encontrar el Churún Merú aun en un mapa que no lo indica, no es difícil: se busca el río Caroni, que es un río grande; su tributario, el Carrao; el tributario de éste, el Churún; y, en la segunda curva antes de la cabecera de éste, cae el hilo de agua.

Hablando de los antiguos dueños de estas tierras, la escasa gente que vimos hasta ahora, y que se puede sumar en los dedos de las dos manos, fue toda paraborigen. Dos personas llevaban una mochila-canasto, de fondo curvo y abierta atrás, muy similar a la que usaban los Iroqueses.

Alcanzamos nuestra meta de hoy; nuestra meta desde Humaitá - allá tan lejos, tan poco accesible, en la otra punta de este camino, por Caracaraí, Manaos, Boa vista, como de otro planeta - e incluso meta nuestra desde nuestra entrada al Brasil: el asfalto venezolano.  Un gran paso dado en esta Expedición.

Aquí, en el paralelo 6, modificado por 1.400 metros de altitud, vamos a pasar la noche, en total soledad, todavía dentro de la zona no peligrosa, según nos lo confirmaron en un cuartel militar, varios kilómetros atrás; cuartel militar que intercepta el tráfico en esta zona periférica.

También aprendimos, para no poca sorpresa nuestra, que estuvimos viajando todo el día, y que estamos ahora, en la Gran Sabana Venezolana. Nosotros habíamos pensado siempre que una sabana es algo llano. Por lo visto es, o puede ser, algo bastante montañoso.

También aprendimos, de boca venezolana, que, cuando estábamos en Lethem, estábamos "obviamente" ya en Venezuela.  De manera que Guyana es un país que >>>>>>>>