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tenido en sus manos pero, por negligencia, no retenido [idiotez]. Y Božka anunciaba a Karel, con ácido regocijo, que allá, al fondo del coche, había mucho más yerba mate, té, yerbas medicinales, naranjas, y también nueces y frutas secas.

En el puesto siguiente, las dos horas fueron dos minutos.

Pero, con el primer puesto, y éste, segundo, a dos kilómetros del primero, no ha terminado el paso de la frontera. En este segundo puesto, se nos informó que, ahora, nos toca recorrer 17 kilómetros hasta el primer pueblo, Santa Elena de Uairén, y presentarnos ante migraciones para los pasaportes.

Fuimos.  ¡Qué barbaridad!

Ya que les parece tan divertido dividir la frontera en tres puestos, distantes de 2 kilómetros y 17 kilómetros respectivamente, ¿por qué no colocaron dicho tercer puesto de control de manera inevitable en un camino obligatorio para que los viajeros, con sólo ir adelante, lo vieran? o ¿por qué, ya que está tan fuera de camino, no ponen indicadores para guiar a los viajeros? No. Tuvimos que descubrir el tercer puesto detrás de cinco esquinas, sin guía de algún indicador.  [Falta de organización - y de cortesía.]

Como recién había empezado la hora del almuerzo, dos horas de espera.

Luego, en la oficina de pasaportes, el Venezolano resultó ser muy acogedor y amable. Luego, en la oficina de tránsito, el soldado no supo si necesitábamos un permiso de transitar.  Su sargento no estaba.  Otra espera.

Llegado el sargento, decidió que no necesitábamos permiso de tránsito. Esperemos que su dictamen sea más responsable que las divagaciones de los consulados.

Mientras esperábamos, un hombre, que había venido para algún trámite, nos dirigió la palabra, pero en inglés, preguntándonos si hablamos inglés, si bien él, evidentemente, era de habla castellana. En inglés pues, bastante bueno, nos habló para que los presentes no entendieran lo que nos quería decir. Y lo que nos quería decir no es nada alentador.

Desde esta frontera, hasta unos 240 kilómetros hacia el norte, mientras estamos lejos de la civilización, no hay mayores peligros de delincuencia; pero, de aquel punto para todo lo demás del país, es muy peligroso. Nunca hay que parar para la noche si no cerca de un puesto policial o militar, y mejor dormir en un hotel; a lo que contestamos que es impensable dejar el coche solo. Pues bien, cerca de alguna autoridad pero nunca en otro sitio. Además, nunca viajar de noche, pero nunca, porque le pueden cortar el paso por la carretera para robarle.

No sabíamos, pero ahora sabemos, qué nos espera en nuestras noches venezolanas.