Un pedazo de Europa literalmente - quien toca sus piedras, toca suelo europeo, toca piedras pre-cortadas en, y traídas de, Europa; también los palcos, las escaleras, los pórticos, fueron traídos de Europa.
Una réplica de la Scala de Milano - no es la única réplica de La Scala, de por el mundo.
Naturalmente, los artistas también eran importados de Europa; a astronómicos emolumentos, tal como podían permitirse el lujo los potentados del látex natural de la selva amazónica; evidentemente: qué artista hubiese venido de otra manera a Manaos en tiempos cuando era Manaos de verdad (hoy, ya no lo es; es una ciudad de un millón de habitantes, cualquiera, y bastante vulgar); qué artista hubiese venido a la selva cuando era selva hasta la puerta misma de la ciudad (hoy, ya no lo es).
A veces, algunos de los artistas llegaban a Manaos sin soñar que se quedarían para siempre. Por ejemplo, hubo una compañía de espectáculo de dieciocho miembros, de los cuales sólo ocho regresaron al mundo exterior porque los diez restantes quedaron en Manaos para toda la eternidad ... descansando en su cementerio, tumbados por la fiebre amarilla.
Este teatro, en su época, en su lugar, era como una palmera en un invernadero en el polo sur. Hoy, no tendrá toda la tecnología de los grandes teatros de la orbe, pero tiene y mantiene la irreemplazable intimidad que los grandes teatros de hoy nunca podrán tener.
A un costado del escenario, hay un piano de cola y un clave, que seguramente son los mejor protegidos del mundo; cada uno, a más de estar envuelto en la habitual manta acolchada, está encerrado en una jaula de madera y tejido de alambre que ningún cocodrilo podría forzar.
La corrida, la fiebre, del látex, de la goma natural, que fue lo que permitió esta extravagancia, claro que basada en el sudor y la esclavitud de los trabajadores - pero, por lo menos, extravagancia de inquietud artística - no fue la única corrida económica que tuvo el Brasil. Hubo fiebres, de caña de azúcar, oro, diamantes, café, algodón, naranjas, cacao, y la más reciente, la industria; pero es la fiebre del caucho la única que dejó un recuerdo legendario, y edificios importados como éste y otros (por ejemplo - siendo que, en esta vida, no sólo de arte se puede vivir sino que también hay que llenar la panza - hay un mercado de abasto de hierro fundido, todito importado de Europa; y así como el Teatro Amazonas fue copiado de La Scala de Milano, el mercado de abasto no pudo tener menor prototipo que el abasto Les Halles de París).
En Manaos, no falta la desesperación de encontrar una dirección - con 60/oo de la gente ni sabiendo dónde está parada, 30/oo dando informaciones irresponsables; incluso, cinco o seis conductores de taxi, uno tras el otro; incluso, policías de plantón en una esquina quienes, increíblemente, no saben >>>>>>>>