Atrapados por esta óptica más detallista, a diferencia del concepto pan-selvático, y a pesar de los apremios de cada metro de este reptar caótico, nos pasan por la mente
• las nociones de que no todas las plantas así alojadas son parásitas; algunas, las llamadas epífitas, no extenúan sus huéspedes chupándolos, producen su propio alimento;
• las nociones de que un rasgo notable y fundamental de la selva es la extraordinaria diversidad de su flora; lo que tiene varias consecuencias de gran importancia, a saber:
• que hay comparativamente pocos individuos de cada especie; que, en consecuencia, ninguna plaga puede poner la selva en peligro, en contraste con el alto peligro de devastación de bosques de monocultura, que son los habituales en bosques artificiales;
• que, también en consecuencia, no hay, en ningún momento del año, marcadas abundancia ni escasez de flores ni de los frutos resultantes;
• que, por lo tanto, los animales que se alimentan de dichas flores y dichos frutos nunca padecen hambre, que hasta los picaflores pueden vivir del néctar de las flores sin penuria;
• que, también en consecuencia, ya que toda esa extraordinaria variedad de flora tiene sus flores y frutos y hojas en todas las alturas de la selva, la vida animal también está repartida en todas las alturas de la selva, los animales vegetarianos siguiendo la flora, los animales carnívoros siguiendo los vegetarianos;
• y, finalmente, que, para esa actividad arbórea, algunos animales hallaron insuficientes sus cuatro patas para agarrarse, coger su manjar y comérselo, por lo que desarrollaron un quinto instrumento de agarre, una cola prensil.
¡Qué variedad, qué organización, qué adaptación!
Recién vimos y escuchamos - mejor dicho, primero escuchamos y luego vimos y escuchamos - unos hermosos araras multicolores. Qué delicia para la vista, estos pájaros en la majestad de su libertad. Parecen paletas de pintor voladoras. Por qué será que pájaros tan hermosos tienen una voz tan rauca. Tenemos ganas de escribir su nombre arrarrás, arrarrás.
Llueve, ahora. Los hoyos se volvieron enigmáticos ojos de agua cuyo peligro traicionero no se puede juzgar.
El convoy de expedicionarios sigue unido. Es notable cómo los Alemanes tienen la misma manera de manejar, el mismo cuidado para enfrentar los escollos. Es un convoy más bien platónico porque, en caso de percance, ellos son demasiado grandes para que les podamos ayudar, y demasiado ponderoros para poder ayudarnos. Como van adelante, según corresponde el honor a los mayores, vemos >>>>>>>>