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Posibilidad  1. Seguir adelante y ver con ojos propios.
Posibilidad  2. Regresar a Porto Velho y tomar un barco 
                  por el río Madeira a Manaos.

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*

Llovió parte de la noche; peor.

Hablamos con más camioneros. Los Alemanes también están dudando. Pero con su mastodonte militar no pueden tener problemas.

De todo lo hablado y pensado, decidido seguir adelante hasta dónde se pueda, y ahí decidir si largarse o regresar a Porto Velho.

No estaba convenido así, nada estaba convenido. Los Alemanes por su lado, nosotros por el nuestro. Pero los Alemanes y nosotros estuvimos listos, por casualidad, al mismo tiempo, así que arrancamos juntos; y ahora, su cautelosa lentitud y nuestra cautelosa lentitud se corresponden de manera que estamos en un convoy de facto.

El camino empieza substancialmente peor que ayer porque, ayer, estaba firme mientras que hoy, por la lluvia de la noche, está barroso. Velocidad: 10 kilómetros por hora o menos.

Va mejorando el camino a medida que el calor ardiente del Sol deseca el barro.

Sorpresa: largos trechos, de centenares de metros a la vez, de asfalto.

Terminó la bonanza.  Otra vez, los horribles agujeros.  10 kilómetros por hora o menos.

Ahora, en 4 horas: 65 kilómetros.

Se está pintando el diluvio de la tarde.

La sola gente que hay es unos paraborígenes puros; puros de sangre solamente, se entiende, porque, de afuera, ya están disfrazados con ropa europea. Y los que vimos, se los puede sumar en los dedos de una mano.

Se ve que, años atrás, se desmontó una franja de quizás 200 metros a cada lado de la carretera; incluso, quedan los consabidos altísimos troncos de los acro-emergentes, secos testigos de la selva de antes. Pero una nueva selva está creciendo ya. Algunos de estos altos testigos muertos tienen sus ramas abrazando el aire como cornamentas de venado viejo, sirviendo, a veces, de base a otras plantas que se anidaron allá arriba.