En la otra orilla. Hacia Manaos. ¿Qué, delante de nosotros? Con optimista aprensión.
La carretera, por ahora, está asfaltada. En Vespuccia, sería un camino vecinal de tercera categoría; aquí, es la carretera no sólo principal sino única a miles de kilómetros a la redonda. Pero así como es, es bienvenida, aun con sus puentes de una sola vía, de madera rústica, de acceso áspero, y siempre fuera del eje de la carretera, obligando cada vez a aminorar la velocidad a un cauteloso paso humano.
En cuanto a lo que hay a la vista de ambos lados, para qué repetir lo de siempre, salvo, sí, que la topografía se ha vuelto llana a punto de que no tenemos problema en calificar el ambiente: una pampa. ¿Cómo es que nunca oímos hablar de pampa amazónica?
Con la última lividez del crepúsculo, logramos alcanzar el cruce con la famosa rodovía transamazónica, cuyo corte este-oeste por el vasto centro de la selva fue considerado, en su tiempo, y fue, una empresa mayor; cruce donde, según nuestras informaciones, termina el asfalto bueno-bueno y empieza el asfalto de mal en peor.
En el posto donde vamos a pernoctar, aprendimos que, esta tardecita misma, pasó por aquí el matrimonio de trotamundo alemán que conocimos en Brasília; y que está pernoctando en el posto siguiente, a 170 kilómetros de aquí, del mismo dueño que éste.
. .
*
▪
Esta mañana, amanecimos otra vez con una mínima nocturna de 28 grados, nuestra máxima mínima, si se lo quiere llamar así, probablemente mejor dicho maximarca en mínima de calor; pero hablar de grados de calor realmente no tiene sentido porque lo que se siente es la combinación de calor, humedad, y movimiento, o falta de movimiento, de aire, y dicha combinación, últimamente, es bastante pesada - con el calor mencionado, la humedad a su máximo, y el aire en calma. La ropa se pega, el sudor gotea; es que estamos aquí, en el centro del Brasil, justamente en su verano, sus meses calurosos. Para mantener nuestro optimismo, nos estamos diciendo que ahora, aproximándonos al ecuador, se nos temperará un poco el calor porque el Sol, que ahora tenemos encima de nuestras cabezas, seguirá su curso hacia el sur, hacia el círculo tropal del Sagitario, y nosotros seguiremos nuestro curso, en dirección opuesta, hacia el norte, hacia el ecuador.
Ahora, vamos a ver, a manera de pequeña excursión lateral, qué tal es un poco de la rodovía transamazónica, hasta el pueblo de Humaitá, de donde tendremos que regresar.
Hecho lo dicho; pero el verdadero beneficio de la visita fue mucho más fundamental: el descubrimiento, y la corrección, de un desperfecto en el >>>>>>>>