tapizadas de bosques; pero, acto seguido, se ve muy grandes extensiones en varios estados de desmantelamiento - incluso, donde el bosque viene todavía completamente contra la carretera, se ve carteles apropiándose ya sectores del bosque todavía intocado como fazenda tal o cual.
Naturalmente, antes de emprender semejante devastación hubo que desculturar, esclavizar, echar - si necesario era, matar - los paraborígenes para quienes la inmensidad de los bosques era un santuario donde vivían respetuosamente.
Quien viaja por Rondônia para ver paraborígenes, verá más probablemente caras germanas o eslavas coronadas de cabellos rubios. Es lo que nosotros vemos otra vez a lo largo de la carretera, pero ¡tan rubios!
La explicación, la encontramos en Vilhena: son los Alemanes, o por lo menos los descendientes de Alemanes, del sureño estado de Santa Catarina, que se vienen mudando a estas partes por razones económicas. Incluso, como para dar un remate final a un argumento, acabamos de ver, en el villorrio de Marco Rondon, un gran cartel rezando, en el estilo incierto de brocha gorda, pero en letras de un metro, "Hier spricht mann deutsch".
Este Marco Rondon no es el famoso Rondon, Mariano da Silva, que se mereció ser epónimo del territorio, ahora estado, de Rondônia. Este segundo Rondon, Mariano da Silva, tiene la muy híbrida fama de haber sido, a la vez, el primero, a principio de este siglo, en introducir - en consecuencia de una misión comandada por el gobierno, que era la de tender una línea telegráfica de Cuiabá a Acre y a Manaos - la corrosión blanca entre los paraborígenes que encontraba; y luego el primero, en posición oficial, siguiendo sus sentimientos humanitarios personales, en exigir del gobierno una protección de los paraborígenes contra el robo de sus tierras y contra su degradación como seres humanos, logrando la creación de un servicio oficial de protección de los paraborígenes, antecesor de la Funai - pero con igual impotencia frente a la codicia y la desfachatez blancas. Es lo que nosotros vemos: su vectorismo, sin habérselo propuesto, de la corrosión blanca contra los paraborígenes; y su fracaso posterior y final en detener la corrosión blanca en protección de los paraborígenes, a pesar de haberle dedicado el resto de su vida, hasta sus 99 años.
Alcanzamos el villorrio Pimenta Bueno. Otro sitio en pleno desbarajuste de desarrollo pionero. Vencimos todos sus rompemuelles y vamos a pernoctar en un posto a la salida.
Lamentablemente, nuestro día terminó con una conmoción-relámpago cuyos resultados vamos a tener directamente a la vista cada segundo de cada día hasta llegar a Miami.
Estábamos en los últimos metros del pueblo, cuando nos cruzó un camión bólido. Naturalmente - ahí, era ya pasado el último quebramolas. De sus ruedas, nos disparó algún objeto, quién sabe si piedra o metal, y nos rompió el >>>>>>>>>>>>>>>>