Tiempo para refrescarnos los consejos que nos dieron los funcionarios de la Fundacion Nacional del Indio en Cuiabá, en caso de encuentro con paraborígenes - indios, dijeron ellos - no del todo aculturados; más adelante, tendremos que pasar por territorios paraborígenes en convoy obligado, por la duda.
«» Mejor tener pertenencias importantes fuera de vista. Si un paraborigen se apropia algo, no objetar; él no lo ve de la misma manera y podría irritarse.
«» No mirar demoradamente las mujeres; dirigirse solamente a los hombres.
«» Si ocurre un encuentro con visos de frialdad, guardar amabilidad; los paraborígenes son gente mansa, y muchas veces sólo se divierten poniendo a prueba el coraje del civilizado. En caso de reacción negativa, las consecuencias podrían ser malas.
«» Si un paraborigen ofrece algo, no rehusar porque él se podría ofender.
«» No obsequiar ropa porque podría transmitir enfermedades, inconsecuentes para nosotros, graves para ellos.
Naturalmente, alcanzamos nuestro trotamundo en bicicleta. Hablamos otra vez. Aprendimos que, entre Europa y aquí, su itinerario lo llevó por el centro mismo de Africa, por Australia, Nueva Zelandia y muchas islas del Pacífico en dirección a Chile.
A 59 kilómetros del pueblo de Cáceres, las habituales ondulaciones topográficas incrementaron a amplitudes serranas, serranías cubiertas de bosques como lo serían en muchas partes de la Tierra.
En Cáceres, vimos una banda de desposeídos y desorganizados, adultos, niños y criaturas, desparramados en el suelo entre bultos de todo tipo. Un natural estereotipo hubiese sido catalogarlos como paraborígenes a la deriva; pero, mientras estábamos comprando nafta, empezaron a levantarse, cargarse de bultos - debajo de los brazos, en equilibrio en la cabeza, en la espalda, en los hombros - y a ponerse en marcha. Entonces, nos pareció evidente que no eran paraborígenes sino posiblemente gitanos. Preguntamos a unos parroquianos quién era esa gente.
- Gitanos nómadas, siempre caminando así de a poquito.
Gitanos tenían que ser. Nunca nos fue dado ver paraborígenes con la expresión de determinación y positivismo obvia en estas caras a pesar de la precariedad de su situación; y con indumentaria femenina procurando ser fresca a pesar de su pobreza.
Saliendo de Cáceres hacia el oeste, nos cruzamos con un viejo conocido: el río Paraguay. Sí, otra vez el río Paraguay. Estas aguas que recién vimos fluyendo, algún día - ¿en cuántos días? - pasarán por el Pantanal, por Asunción, y llegarán a las tan lejanas Buenos Aires y Montevideo.
Esta carretera Cuiabá - Porto Velho se presenta asfaltada, sin lujos, pero en buen estado, muy transitable, y ciertamente de un lujo algo emocionante para >>>>>>>>