Cambió radicalmente el tiempo. En media hora, como monstruo maléfico, un gran sistema tormentoso acaparó el cielo. Está relampagueando simultáneamente en varios sectores; ya habremos visto centenares de relámpagos, y no hay fin todavía a la vista. En la lejanía, se ve un gran incendio, de pasto o de bosque - de todos modos, de gran extensión. Cosa muy curiosa, en este supuesto pantanal. La combinación de la luz roja y de los relámpagos en la noche es dantesca.
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Llovió toda la noche. Está lloviznando esta mañana.
Seguimos viajando de regreso y, se entiende, llevando la cuenta de los puentes-pasarelas.
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Estamos estacionados para la noche en el puesto de fiscalización que anuncia el grandioso Pantanal.
Parece que hoy aprendimos algo.
En una zona, justamente a sólo 1.600 metros del puesto, después del puesto, entrando, antes del puesto, saliendo, donde, cuando viajamos para dentro, no había bicho a la vista, hoy, viajando para fuera, encontramos una bonanza de animales: pájaros en los muchos centenares, de todas envergaduras, todos los colores, todas las formas; algunos no haciendo nada, otros pescando, otros tratando de comer lo pescado, otros tratando de robar la comida del vecino; y yacarés, un centenar, o dos, muchísimos yacarés. Lo que, en seguida, comparamos con el caso opuesto, ocurrido en el remanso casi al final de la ruta dentro del Pantanal, donde, cuando viajábamos para dentro, habíamos visto los yacarés, pero donde, al viajar para fuera, hubo poco y nada para ver.
Así aprendimos lo obvio, que la naturaleza no es un zoológico. Los animales son libres de hacer lo que se les antoja, especialmente de buscar su mayor comodidad. Pasamos por dichos dos sitios en otras condiciones de ambitura, especialmente hoy, después de la tormenta de esta noche, con por lo menos quince grados menos.
En resumen, ahora vemos que nos podíamos haber ahorrado - y todo el mundo podría ahorrarse - 130 largos kilómetros e innumerables puentes-pasarelas de ida, otros tantos kilómetros y puentes-pasarelas de vuelta, con sólo haber esperado aquí, en este último sitio, en otras horas de otro día, las condiciones propicias.