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paraborígenes; para, primero, conseguir madera que necesitaban para sus construcciones, y luego, poner más ganado en los espacios desmontados.

Ahora mismo, en la región al noroeste de Cuiabá, hay la tribu de los Zoroes, contactada por primera vez recién en 1978, pintada para tiempos de guerra, según su costumbre tradicional, resistiendo tales atropellos.

Su zona está clausurada y sellada, y en los mapas - mapas internos de la Funai, se entiende - figura como "interdicta".

No son estos paraborígenes los únicos en esta situación de guerra en estos momentos en el Brasil; hay otras zonas que, en los mapas de la Funai, figuran como interdictas, y ya se sabe pues qué quiere decir: última fase de aniquilamiento de sus paraborígenes y antiguos dueños; violencia.

Continuación de cuatro largos siglos de deliberada persecución blanca - si bien, en el abanico de colores étnicos que vemos últimamente, también hay una proporción de caboclo.

-- Una segunda clase, más exigua todavía, de paraborígenes con bastante iniciativa y fuerza de carácter propias para haber buscado, y, muchas veces, encontrado, éxito en la trama de la sociedad blanca, sin haber necesariamente perdido su consciencia paraborigen.

--- Una tercera clase, la más numerosa - se podría decir la casi totalidad de los paraborígenes sobrevivientes - que no tuvo la fuerza de carácter, o de cultura tribal, o de iniciativa, para pertenecer a una de las dos clases anteriores, y que simplemente se encuentra en total dependencia de la Funai para todas sus necesidades; paraborígenes que ya no pueden procurarse su sustento como lo hicieron sus antepasados durante siglos y milenios, pero tampoco saben procurárselo dentro del sistema de los Blancos. Estos paraborígenes, los vimos alrededor de los puestos de la Funai, y tienen aspecto tan lamentable como los pobres marginales de cualquier sociedad alrededor de un puesto de beneficiencia.

><    Segundo renglón inter-societal.

Toda la actividad desarrollada justamente por la Funai, en supuesta administración y protección de lo que queda de los paraborígenes y de sus derechos, es una simple pantalla de hipocresía para la propaganda, detrás de la cual la realidad es la corrosión de siempre, de los paraborígenes sobrevivientes, de sus tierras y de sus derechos. Mientras un indio - para hablar el idioma de la Funai - no perjudica ningún interés de un Blanco, este indio tiene todos los derechos del mundo. Pero, del momento que una vaca de un Blanco o una pala de un Blanco tiene interés en un metro cuadrado de una tierra paraborigen, ahí se terminó el derecho indio. Nadie puede entorpecer los grandes destinos de la nación brasileña.