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/\/\ En cuanto a la reserva Xingu de hoy en día, ni siquiera es territorio de un único núcleo paraborigen homogéneo compacto, y, por lo tanto, de cierta fuerza cultural paraborigen, se supondría. La información que recogimos nos hace pensar, más que en otra cosa, en el serpentarium del Instituto Butantan, un recinto donde se relegan criaturas con las cuales no se sabe qué hacer.

En este Xingu, hay una acumulación heterogénea de no menos de 16 etnias de paraborígenes - los Yahualapitis, Camayuraes, Cren-Acarores, Trumáis, Txicãos, Matipus, Ahuetis, Mehinacus, Suyaes, Calapalos, Cayabis, Jurunas, Tapayunas, Txucarramães, Huauraes, Cuicuros - repartidas en sus 16 aldeítas, una etnia por aldeíta, lo que hasta podría ser de cierto interés, como un museo.

Pero, por otra información, nos enteramos de que estos Xinguanos astutamente logran unir lo mejor de dos mundos, aprovechando para su ventaja la fama mundial de acceso vedado, alcanzada hace años por el nombre de Xingu: se estableció la costumbre de que, cuando los potentados del mundo quieren ver unos "indios"-a-la-Xingu, llevan, como corresponde a quien quiere quedar bien, regalos, y, por lo que suponen ser una condescendencia, los llevan faraónicos; y los Xinguanos se acostumbraron a recibir, no como atención sino como derecho exigible, obsequios fuera de mesura.

/\/\ Entonces, ¿para qué ir? Sí, nos interesaría mucho entrar en una choza paraborigen, como entramos en la choza de los Cunas en Panamá, o en la carpa de los Cris en Canadá, pero, en estas condiciones de alta sociedad ceremonial, no.

Además, como para ayudarnos a no lamentar lo dicho, tenemos que tener presente que gran parte de esos 1.600 kilómetros sería por caminos de tierra, y no podemos olvidar la multitud de dudosos rieles de troncos en vez de puentes, y en especial la pasarela casi impasable, que nos tocó para llegar a Barra do Garças; ¿y cómo podríamos olvidar el escalofriante ruido, no frecuente, sin consecuencias materiales hasta ahora, pero inexplicado y, por lo tanto, amenazante, helándonos la sangre cada vez que lo escuchamos?

Ningún tema u objeto individualmente es lo suficientemente importante en esta América para hacernos arriesgar la totalidad de esta Expedición.

2) Vamos a ir pues de Barra do Garças a Cuiabá directamente.

Incidentalmente, tenemos un nuevo indicio relacionado con el horrible ruido, que quizás sería un indicio de esperanza. Estábamos parados en una calle de tierra, con motor parado y freno puesto; cuando Karel aflojó el freno, el coche se movió ligeramente por gravedad, quizás un cuarto de vuelta de rueda o menos, para asentarse en un hueco, y con tan sólo ello, sin ningún esfuerzo en ningún engranaje, ocurrió el ruido horrible. Quizás sea solamente un freno que no se despega correctamente al ser soltado y que se abre sólo después de un movimiento de la rueda. Una teoría solamente, la tercera, pero si fuera cierta, ¡qué alivio!