español english français česky

carreteras va cambiando permanentemente y sin previo aviso, se podría decir a traición. Uno se larga por un asfalto que parece bueno y, sin la más mínima razón aparente, uno se encuentra, de repente, frente a un pozo en el asfalto, pozo que quizás se puede evitar pero con una maniobra diversamente abrupta, o pozos, en uno de los cuales habrá que caer a la fuerza; de manera que, a más de estar alerta a las normales contingencias de manejar, hay que estar escrutando permanentemente cada metro dentro de la distancia que se va a pisar.

Tres, el intenso tráfico de grandes camiones, por el volumen físico que ocupan en la carretera, el humo que echan por su escape, el ruido que producen.

Cuatro, la manera antisocial de manejar de algunos de los camioneros. En las bajadas, se largan como bólidos, más rápido que la velocidad prudente, de manera que nos pasan, y en la subida siguiente, su velocidad se reduce a paso de tortuga justo delante de nosotros, atrapándonos en su estela de contaminación y de ruido durante buena parte de la subida. También los hay que, desde lejos atrás, se apuran para alcanzarnos, y luego quedan pegados, a metros de nuestra espalda, muy peligrosamente, por cualquier razón que nos obligara a frenar repentinamente, lo que nosotros, naturalmente no podemos tolerar; lo que, a más de todos los demás inconvenientes, nos obliga ya sea a disparar a alta velocidad hasta perderlos de vista o detener la marcha hasta que ellos desaparezcan.

Así que, esta parte del recorrido de Brasil, tal como se desarrolla hasta ahora, si bien es, ciertamente, una necesidad de la integralidad de esta Expedición, y de mucho interés para la Expedición, no la recomendaríamos a nadie como placer.

Del punto de vista turístico, Brasil es todavía peor que la Argentina. En la Argentina, las distancias son grandes, de a muchos miles de kilómetros, y las atracciones son pocas y aisladas, como a propósito a los cuatro extremos del país; pero estas atracciones son de primer orden. Mientras que aquí, en el Brasil, las distancias son todavía mayores, además penosas como ya explicado, y hay poco que se pueda equiparar con las grandes atracciones argentinas.

Pasando a otra temática, tuvimos la muy abstracta experiencia de cruzar un deslinde inexistente entre dos estados inexistentes. Resulta que este estado de Goiás se está por dividir en dos estados: uno, que se llamará Tocantins, que acabamos de dejar, y otro, que seguirá llamándose Goiás, donde estamos.

El Brasil no se hace problemas con cortar y pegar sus estados audazmente. No hace mucho, cortó su estado de Mato Grosso en dos estados. Hace ya bastante años, el estado de Guanabara fue incorporado al estado de Rio de Janeiro. El Distrito Federal de Brasília, al cual nos estamos aproximando, fue recortado como una isla en el medio de este estado de Goiás.