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Ya que los críticos están tan preocupados por el oxígeno, ¿por qué no replantan sus propios bosques vírgenes por ellos destruidos? Ya que los críticos piden a Brasil que exporte gratis su oxígeno, para bien de la humanidad, ¿estarían ellos dispuestos a exportar gratis uno de sus recursos para bien de la humanidad?

Además, criticar es siempre fácil, especialmente cuando la crítica no perjudica al crítico porque el crítico ya se aprovechó anteriormente del pecado criticado; pero ofrecer alternativas es más difícil y, sin embargo, lo único constructivo.

En este caso, ¿por qué todos aquellos que critican a Brasil por destruir una fuente de oxígeno del planeta, fuente que, en cierto modo pues, pertenece a toda la humanidad, no dicen, más o menos, lo siguiente?:

Reconocemos que la Amazonia, sus selvas, sus tierras, tienen un valor económico "X"; vamos a crear un Fondo Internacional del Oxígeno para pagar al Brasil una renta razonable del valor de la Amazonia para que el Brasil deje la Amazonia como está, como un pulmón del planeta.

Otra vez paramos en un puesto de policía para preguntar en cuanto a la peligrosidad o no de dormir en cualquier parte. Otra vez nos advirtieron categóricamente de que es peligroso, que podríamos encontrarnos de a pie, con el coche ido o, peor, muertos.

Así que, con el anochecer, paramos en un puesto de policía a unos pocos kilómetros antes del pueblo de Imperatriz. Ningún problema en que pasásemos la noche allí, pero nos advirtieron de que es zona de muchos mosquitos y de que sería mucho más agradable y seguro para nosotros pasar la noche tres kilómetros más lejos, ¿dónde? - en un posto, en terreno más elevado y más alejado de aguas estancadas.

Pues, así es que en un posto otra vez estamos; y aquí, mosquitos no hay y no habrá por otra razón muy substancial. El posto se encuentra directamente en la espesa humareda saliendo de un aserradero vecino. Ningún mosquito que se respete y que aprecie su propia vida se aventuraría por aquí. Pero es muy desagradable visitar un país en estas condiciones. Nos pesa más que en el Perú o en Colombia; quizás porque allá, si bien estábamos atados a lugares de seguridad para pernoctar, no había ese ruido saturador de los camiones. Tenemos la curiosidad de ver otra vez, en Vespuccia, cómo es el tráfico de camiones allá. Tráfico de camiones hay, e intenso a veces, pero, por lo que nos acordamos, es como otro mundo con el cual se tiene muy pocos prolongados contactos salvo que se quiera.  Aquí, es un mundo del cual no se puede escapar.


Un futuro posto en formación

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