Grandes porciones de estos proyectos están, aun hoy, en el estadio de líneas punteadas en los mapas porque tremendo es el trabajo de cortar una ruta por la selva, y más tremendo, el trabajo de impedir que la selva se la trague nuevamente. Este es el problema que se ilustra en los trechos como de Porto Velho a Manaus, y de Manaus a Venezuela, que tanto nos interesan y preocupan, donde cíclicamente la carretera va siendo tragada por la selva, re-abierta por las cuadrillas, y re-tragada por la selva. No por nada, en los mapas brasileños, tales trechos tienen la advertencia de "averiguar transitabilidad por anticipado".
No sin razón, Brasil encontró más práctico desarrollar su red aérea que su red vial o férrea. Y ahora, si bien se habla más de rutas que de ferrocarriles, habría una razón para no olvidar ferrocarriles - petróleo cuesta más y es importado, electricidad cuesta menos y es nacional.
Hoy en día, por lo que vemos a lo largo de esta carretera Belém-Brasília, ya no hay selva virgen. Apenas si se puede hablar de selva; más apropiado sería hablar de cadáver de selva.
En esencia, hay los mismos ingredientes que ya observamos cuando nos acercábamos a Belém; de pastajes donde, antes, había selva; por lo tanto, de altos troncos secos todavía erguidos, en densidades variables, por dichos pastajes; de extensiones variables de selva que ya, más que selva, es bosque; de aserraderos; de instalaciones pecuarias recientes a todo lujo.
Salvo que, por aquí, esta confrontación entre la selva de antes y las pasturas de mañana es todavía mucho más presente, más activa, en plena batalla, ahora mismo; hay menos pastajes todavía, hay más selva todavía, hay más aserraderos, y hay un ingrediente adicional, que es la presencia casi permanente de humaredas de las quemas de los sotobosques que no sirven para aserraderos.
Los aserraderos mismos están siempre anunciados por grandes humaredas, porque van quemando montañas de aserrín, y también bastante madera aparentemente no de primera calidad. Muchos de los túmulos de aserrín se parecen a una paleta de pintor de gustos refinados, con colores como marrón, arena, amarillo vivo, mostaza. Qué abono sería ese aserrín si lo devolvieran a la tierra. Qué usos se le podría dar a toda esa madera que hoy se quema, cuando no habrá más madera. Hay que observar, sin embargo, que muchos aserraderos, en vez de quemar estos recortes como desechos sin valor ni uso, los utilizan para hacer carbón de leña en baterías de docenas de hornos de barro.
Un tal aserradero
Todo eso nos hace pensar en una masacre codiciosa al estilo de las focas o de las ballenas de antaño. También nos hace pensar irremediablemente en nuevos ricos que despilfarran su riqueza y mañana quedarán tan pobres como ayer.
El posto donde vamos a pernoctar, a pasos del pueblo de Paragominas, tiene un gran aserradero a un costado, en plena actividad; otro, en construcción, en >>>>>>>>