otra sorpresa. No, no lo queríamos; ¿cómo íbamos a llevar un regulador así en la mano sin saber si funciona. Queríamos nuestro dinero.
… Al cabo de un tiempo todavía más largo, aparecieron con que nos iban a dar una nota de crédito. Y ¿para qué queríamos una nota de crédito, nosotros, transeúntes por estas partes?
… Después de un tiempo todavía más largo, llegó el asunto directamente a la oficina del Administrador Financiero de la Empresa. De ahí salió el veredicto de que sí se nos iba a devolver el importe del regulador pero tendríamos que pagar por la mano de obra para desarmar el alternador hoy y colocar nuestro regulador.
- No, señor, de ninguna manera. Yo no pago nada. Ese trabajo extra es por culpa del engaño o de la estupidez de su empresa, y ni le hablo de los tres mediodías que ya estamos pasando aquí.
… Muy bien, muy bien, pulgar arriba, no insistieron, y finalmente nos pagaron en dinero efectivo. Tudo Bem y pulgar para arriba.
Luego, como, esta madrugada, habíamos notado que una de nuestras ruedas estaba muy ligeramente debajo de su presión de aire, quisimos asegurarnos si tenía pérdida o no, aunque sea ínfima.
Otra pequeña odisea hasta encontrar una gomería donde tuvieran las máquinas giratorias y a presión para desarmar y armar gomas sin arruinarlas al estilo antiguo de los martillazos.
Finalmente, encontramos una vulcanizadora muy bien instalada. Sí, la cubierta tenía una muy pequeña pérdida, pero, mucho peor, también tenía una quebradura, que fue cuando apreciamos realmente el haber tropezado con una vulcanizadora y no una simple gomería. Consecuentemente, por esta y otras razones, decidimos no esperar Brasília para colocar en el coche los cuatro neumáticos nuevos que seguimos llevando desde Santiago de Chile, antes de enfrentarnos con la Amazonia; decidimos hacerlo en el acto.
Entre abrir el portaequipaje, arriba, para bajar las cubiertas, armar y desarmar seis ruedas sin equivocarse, esperar la vulcanización, re-acomodar el portaequipaje, se pasaron horas y horas, el resto del día.
Otra vez, los 25 kilómetros al refugio del posto, del caravanserrallo. Y menos mal que existe. Qué lindo es viajar así, nos dice la gente.
Aquí, un macaco entre las cañas
. .
*
▪
BL Hoy, teníamos que haber ido al museo Goeldi, teníamos que haber cargado pulpería y bebida, cambiado aceite, y partido con rumbo a nuevos horizontes.