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Eventualmente, con un poco de crema antibiótica se resorbió.

A Karel, empezaron a formársele unas escamas secas en la piel alrededor de los ojos.

Finalmente, en una de las corridas, buscando el dichoso taller de elásticos, Karel pisó en el vacío de un hoyo en la vereda sin el menor preaviso y cayó de manera muy brutal, por lo que, a más de tener una rodilla destrozada como un colegial, tuvo la muñeca izquierda incapacitada durante tres semanas; y no está todavía del todo bien.

Así, con todo hecho que había que hacer y todo dicho que había que decir, mañana intentaremos lo aparentemente imposible: deshacernos de la acumulación de cansancio y tensión de estas semanas pasadas mientras nos atarearemos con los múltiples preparativos para poder viajar pasado mañana - agua del radiador, agua de las baterías, agua potable, agua para limpieza, presión en las ruedas, comprar y, sobre todo, almacenar en este coche donde cada centímetro cúbico es valiosísimo, víveres y bebida, limpiar el coche por dentro del ollín acumulado en estas semanas de São Paulo.

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Difícil que salgamos hoy. Hace un ratito, a último momento antes de salir, una vocecita le insinuó a Karel que se fijara en uno de los rincones más inaccesibles y más escondidos del motor, a ver si las mangueritas de entrada y salida de la bomba de nafta no perdían. No se podía ver nada, pero pasó su dedo y ... le salió húmedo de nafta - bueno, de alconafta. Sin nada que pensar o dudar, así no se puede viajar, al taller mecánico hay que ir.

No, hoy no salimos.

Fuimos al taller mecánico. Una cosa lleva a la otra; nos acordamos de que, desde hacía un tiempo, teníamos filtraciones por el parabrisas cuando llovía. Preguntamos al mecánico si conocía algún taller de vidrios responsable. Sí. Ahí fuimos. Otra vez, Japoneses. Taparon las filtraciones; por lo menos esperamos que las taparon. Tienen que haberlas tapado porque hicieron un trabajo bastante meticuloso. De todos modos, otra vez varias horas perdidas. Ni pensar en viajar hoy.

SP Entonces, se nos ocurrió que siempre habíamos deseado visitar la cárcel zoológica de São Paulo, y que este tiempo, demasiado corto para viajar hoy pero demasiado largo para perder, se prestaría perfectamente para realizar nuestro deseo.

Se dice que, con sus 25 hectáreas - algunos dicen 35 hectáreas, la cárcel >>>>>>>>