clase de enredos, llegando, a veces, hasta tener que adivinar en vez de entender, según ya anotamos. Hasta que decidimos que no teníamos alma de mártir, y basta, no más francés.
Pero cuando nos encontramos, en este campamento, con la combinación de todo el mundo tan amable y todo el mundo tan devoto a hablar francés - entiéndase quebequense, no pudimos resistir, nos entregamos de buenas ganas al jueguito - y sus rasguños lexicales.
Una llamativa ilustración de la celosa devoción de los Quebequenses a su francés la da lo siguiente. En una publicación interna bimensual de la empresa madre que rige los destinos de esta tierra prohibida, vimos, a más de toda clase de temas que atañen a la vida, tanto profesional, en tiempos de trabajo, como social, en tiempos de descanso, de los obreros, técnicos, empleados, en este mundo por excelencia inacadémico, una rúbrica especialmente dedicada a guardar el uso correcto del francés contra influencias anglas.
Volviendo a nuestras visitas de esta tarde a los campamentos de los Ininivuks, cabe agregar dos cosas.
•/ Primero, la mayoría de los Ininivuks no habla ni inglés ni francés, por lo que las conversaciones hay que llevarlas en el idioma de los signos, y uno realmente tiene la impresión de que, sin mucho esfuerzo, pasó a un mundo totalmente extraño y diferente.
••/ Segundo, fue interesante observar la psicología cerrada, impenetrable, de esa gente en presencia de extraños. En uno de los campamentos, vieron primero a nuestro policía sin vernos a nosotros, y habían empezado a decir que sí que tenían carne, pero luego se dieron cuenta de nuestra presencia y de repente no hubo más carne.
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Este es el tercer día después de las anotaciones anteriores. Anteayer, no se cargó el porta-equipaje, por otra nevada. Ayer sí, por fin, se cargó el porta-equipaje, pero en una criotura de -28 grados. Así como nos dijeron en el campamento, cuando disminuye el frío, empieza la nieve, cuando termina la nieve, empieza el frío. Y hoy, por fin, estamos viajando hacia el sur. La criotura está alrededor de 15 grados bajo cero, o sea completamente tibia y agradable; casi se podría hablar de "temperatura".
Por alguna razón, se nos ocurre ahora aclarar, para cuando, algún día, leamos estas Crónicas, que, salvo la criotura de la caldera infernal, que anotamos incluyendo el coeficiente del viento, todas las demás crioturas son los grados netos marcados por el criómetro, sin tener en cuenta la velocidad del viento, >>>>>>>>