fotografías y otra vez cansarse con decisiones a veces difíciles, a veces arbitrarias.
Así es la realidad que se esconde bajo la engañosa simplicidad de "hacer revelar fotografías".
El público fotógrafo aquí es totalmente diferente, mucho más maduro. Se ve mucho menos desastres tales como rollos integramente inexpuestos, sobre-expuestos, sub-expuestos; en las fotografías, se ve un poquito menos de abuelos, tías y nenes, y, en su vez, un poco más de atención a los intereses intrínsecos del mundo. Aun las fotografías de familias revelan, a veces, un interés en la composición y en un mínimo de decoro. Uno ya no se siente avergonzado de encontrarse en un laboratorio fotográfico, sino que tiene interés en espiar a diestra y siniestra.
SP En el centro comercial que nos sirve de cuartel general, hay limpieza, hay eficiencia, y hay un tremendo plantel de vigilancia, con todo un pequeño ejército, a pie, en motocicletas, en coches, todos, con sus transceptores portátiles.
El supermercado dentro del centro es un fenomenal hormiguero donde centenares de compradores pululan desde media hora antes de la apertura oficial, que es las 7:30, sin parar ni menguar hasta media hora después del cierre oficial, que es las 23. Algo increíble. Es por miles que los coches desfilan por el estacionamiento; y la gente compra literalmente por mayor, cargando sus coches como camiones. Con el tremendo volumen de ventas, las mercaderías no mantienen continuidad; de día a día, van cambiando las marcas y las calidades. Pocas veces se sabe qué se compra.
Dentro de la gran variedad de mercadería que hay, muy notablemente la variedad de las verduras, es notable y sorprendente que no haya jamás en este supermercado, y por lo tanto muy probablemente en todo Brasil, algún jugo de fruta natural como la naturaleza manda; solamente jugos concentrados o con preservativos o re-constituidos. Muy curioso.
Hay también, en este centro comercial, un pequeño parque de diversiones; pero, así como los padres brasileños no entenderían qué es un centro comercial, por lo que la única manera de titularlo es shopping center, los niños brasileños no entenderían qué es un parque de diversiones, por lo que se lo llama exclusivamente play center.
En dicho parque de diversiones, hay una calesita de un tipo con el cual generaciones anteriores no soñar podían: una calesita con helicópteros en vez de caballos - con mandos a bordo a disposición de los niños para hacer bajar o subir o quedarse el helicóptero a voluntad y capricho mientras gira la calesita. Una calesita de ensueño. O quizás, eliminando así la inerte igualdad democrática de las calesitas de antaño, una injusta - y dolorosa para los padres - revelación pública de las intrínsecas desigualdades, en imaginación, >>>>>>>>