Sabíamos que una guía telefónica por renglón, o sea de las páginas universalmente amarillas, al día, nos es una herramienta utilísima cada vez que alcanzamos una ciudad grande. Ahora sabemos que nos es totalmente indispensable: la guía telefónica amarilla más reciente que tienen acá es de cuatro años atrás, o sea con información de cinco años atrás, porque fue la última publicada; sacar una dirección de ahí es comprar un boleto de lotería - y buscar un laboratorio fotográfico con tecnología que, acá, hace cinco años, no existía, como todavía no existe en muchas partes, es una imposibilidad.
Preguntamos a la empleada si sabía de su conocimiento personal si tales laboratorios existen en São Paulo. No sabía. Cuando nos extrañamos de que no sabía nada, nos dijo que cómo podría saber algo si recién había llegado a São Paulo. Sin comentarios. En una oficina de información paulista.
SP Así que, armados de solamente un plano de la ciudad - detallando meticulosamente, eso sí, la ubicación de 303 restaurantes - tendremos que conquistar SÔo Paulo, o por lo menos lo que nos será útil, a sangre y fuego, o por lo menos a sudor y determinación.
Y ahora, las impresiones buenas.
SP Pensándolo bien, no; la impresión buena, singular, una sola. La gran amabilidad de la gente, que salió de su camino para orientarnos, aunque nosotros no hubiésemos pedido nada. Amabilidad que se manifestó hasta donde todas las amabilidades mueren; en el asiento del conductor. Varias veces, un conductor de otro coche tuvo la deferencia de dejarnos pasar, e incluso de invitarnos a pasar. Algunos coches tienen una cartulina rezando "Paz en el tránsito a los hombres de buena voluntad".
Por lo menos, encontramos sin dificultad dónde pernoctar; en el centro mismo de la ciudad, y en relativa seguridad: en la playa de estacionamiento de uno de los centros comerciales - perdón, shopping centers, que, de otra manera, acá, no se los conoce - el único centro comercial con cerco de reja y acceso controlado; gracias a la autorización de su servicio de seguridad.
El centro comercial, con su torre de control
Terminadas las anotaciones anteriores, nos pareció una buena idea descansar un poco, con la habitual investigación de nuevas ondas radiofónicas.
¡Ah, pero qué escuchamos!
En el instante mismo de sintonizar, escuchamos: "Atención, motoristas". Pensamos que, seguramente, una propaganda que iba a ofrecer algún aceite, o una oficina mecánica, o una batería.
Ah, pero no. ¡Qué escuchamos! "Atención, motoristas. La estrada de Porto Velho a Manaus fue habilitada para tráfico de hasta 12.000 kilogramos".