tratado original, de Tordesillas de 1494, entre España, descubridora, y Portugal, envidioso, se había convenido que las eventuales posesiones portuguesas en los nuevos confines del globo, del lado occidental, desconocido, del océano Atlántico, no pasarían más allá hacia el oeste de un meridiano de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, o sea, aproximadamente, una línea que hoy sería de Belém a São Paulo, y que tendría que haber sido la frontera del Brasil de hoy.
Quedando, incidentalmente, en dicho tratado, el misterio de por qué los Portugueses lo aceptaban ya que, en aquel momento, todas las tierras descubiertas hasta entonces se encontraban justamente al oeste de dicha línea, por lo tanto en manos de los Españoles, y ninguna tierra descubierta había - ni esperanza lógica que hubiere - al este de dicha línea, o sea ninguna para Portugal.
Estamos atravesando una zona ondulada, a veces casi serrana, con la correspondiente agradable alternación de paisajes variados; dedicada totalmente a actividades agropecuarias. Hay un parecido entre esta zona y el norte de Uruguay.
La carretera es bastante buena, con detalles de lujo, como ser un carril de tráfico lento en las subidas; pero con un asfalto que podría ser más liso.
Por lo que vimos en estos primeros kilómetros, los carteles de velocidad máxima y las primorosas líneas amarillas y blancas en el asfalto son puras decoraciones porque nadie les presta atención. Ya vimos bastante locos detrás del volante poniendo en peligro a sí mismos y a los demás.
Recién cruzamos un camión playo, llevando una pieza ocupando todo el ancho de la carretera, de manera que tuvimos que salir a la banquina. Nadie tuvo que decirnos que era para la central hidroelectrógena de Itaipú.
Siguen las agradables vistas de ondulaciones tapizadas de cultivos varios, en varios estados de crecimiento.
Debe de ser zona de mucha niebla, por los muchos carteles rezando "Sob neblina use luz baixa".
Recién, pasamos por un puesto de policía caminera. Como los oficiales estaban tranquilamente sentados y charlando, no molestando a nadie, nosotros nos detuvimos para averiguar otra vez lo de la seguridad personal. Recibimos la misma respuesta de siempre: hay que tener cuidado, hay peligro, mejor pasar las noches cerca de un puesto de policía o de una estación de servicio.
Y siguen las agradables lomas agrestes.
No es extraño que mucha inmigración alemana y eslava haya venido a instalarse aquí. Pero es obvio que no encontró las cosas manicuradas como están ahora; se >>>>>>>>