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Hay que reconocerle que, en su marcha desde la costa atlántica a Asunción del Paraguay, no mató a un solo paraborigen; y que, apenas llegó a Asunción, ya en 1542, quiso abolir la esclavitud de los paraborígenes, el primero en América en querer abolir la esclavitud; y quiso aliviar la carga impositiva de los pobres y establecer impuestos para los oficiales de la Corona. Como no podía ser de otra manera, los acomodados no lo dejaron.

De vuelta hacia el Paraguay y la playa de estacionamiento de Itaipú, un lugar muy conveniente para pernoctar y prepararnos para entrar, mañana, definitivamente al Brasil.

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Esta mañana, casi solemnemente, cargamos toda nuestra capacidad hasta la última gotita, de nafta pura; la última vez para los muchos próximos meses de alconafta brasileña, pero esperando que no sea la última vez para siempre a causa de la alconafta brasileña.

La frontera está a pasitos.

Estamos en el Brasil, definitivamente esta vez, con trámite, todo en orden.

Pasamos bastante tiempo en la aduana, pero no porque el trámite nuestro haya demorado más de lo lógico, sino por haber tenido que esperar turno en el gentío de esperanzados pero decepcionados contrabandistas-hormigas tratando de introducir del Paraguay sus artículos internacionales, en cantidades mayores, muy mayores, de las permitidas, y a quienes se les confiscaba implacablemente casi todo.

Nosotros salimos del trámite, en realidad en mejor posición de lo que esperábamos porque, mientras esperábamos recibir un permiso para el coche de noventa días - supuestamente prorrogable, pero con la burocracia nunca se sabe - recibimos de entrada un permiso para ciento ochenta días, lo que sí nos da amplio tiempo para recorrer y estudiar nuestro tercer país de los cinco más extensos de la Tierra - Unión Soviética, Vespuccia, Canadá, China y este Brasil; y lo que sí nos quita por lo menos la prórroga como cosa por la cual preocuparnos - si bien queda bastante por qué preocuparse, a saber, el efecto de la alconafta, los asaltos que ya nos fueron confirmados por un policía brasileño, el camino o falta de camino hacia Venezuela, y la dichosa visa para el mismo país.

### Por lo menos estamos en el Brasil-tal-como-se-lo-acepta-hoy-en-día, cavado en Sud América por el insaciable expansionismo de los Portugueses, en violación de tratados anteriores, si bien expansionismo blanqueado, luego, por nuevos tratados, porque no había otro remedio; en violación, ya que, según el >>>>>>>>