alcohol desde tiempo atrás por escasez de dicho carburante; y ahora, cuando la nueva zafra está produciendo otra vez alcohol, tampoco lo tendrá porque, con la bajada del precio del petróleo, el precio del alcohol lo hace antieconómico como carburante.
Aquí, en el Paraguay, no nos importa qué pasa con la alconafta ya que estamos comprando la nafta-nafta, pero ello enciende una pequeña lucecita de esperanza de que quizás lo mismo está ocurriendo en el Brasil y de que al Brasil también le convendrá más comprar petróleo a precios reducidos que producir alcohol. Eso, lo podremos ver y saber en el momento mismo de estar en aquel país. Hay cosas que son del momento y que sólo en el momento se puede saber. ¿Quién nos podría haber dicho con alguna anticipación que, en el Paraguay, no habría alcohol en la alconafta?
A» También hubo que lavar ropa. En Asunción, no hay lavaderos de autoservicio. Ciertas ropas, Božka no se animó a entregarlas a los riesgos y peligros de un lavadero desconocido y decidió lavarlas simplemente con agua fría en el campamento. Pero, otra ropa, le pareció que la podría arriesgar. No hubo mayores problemas salvo que plancharon el pliegue de un pantalón a 90 grados de donde tenía que estar - que no es tan grave como la camisa quemada en Santiago - y salvo otras aventuras, y salvo el cumplimiento.
Al inquirir Božka cuánto tiempo tardaban, le dijeron una hora. Al día siguiente, cuando Božka entregó la ropa a las 12 para retirarla pues, se suponía, a las 13, le dijeron de entrada que no, que recién a las 16. Con una hora de margen, a las 17, fuimos a retirarla. Ahá, pero no, todavía no estaba, recién a las 19:30. Al día siguiente, finalmente recuperamos la ropa - claro que con el pantalón planchado a 90 grados de su pliegue natural.
A» Es una extraña sensación, ser condicionado por la inescapable realidad de hoy, por una parte, de Buenos Aires, como una gran metrópoli, o por lo menos una metrópoli grande, de proyección internacional, y, por otra parte, de Asunción, como una capital que habría que llamar provincial si no fuera que es nacional, y al mismo tiempo moverse por Asunción, rememorándose que, en tiempos idos, al principio de sus historias, las dos ciudades tenían una relación de importancia exactamente a la inversa.
Asunción, aparentemente perdida en su mediterraneidad, una mediterraneidad mucho más formidable entonces que ahora, era, sin embargo, la ciudad importante, la sede de gobierno de toda esta parte de América. Buenos Aires, abierta a las mares del globo, ni siquiera pudo, como ya vimos en Buenos Aires, sobrevivir su fundación en 1536 al mismo tiempo que fuera fundada Asunción; así que Asunción siguió adelante sola, durante 44 años, cuando hubo que refundar Buenos Aires porque Asunción ya necesitaba impostergablemente una salida al mar y Buenos Aires así era solamente el puerto marítimo de Asunción.