De Suiza a Holanda, pues; mayormente Holanda.
Eventualmente, de Holanda, un grupo a Alemania, y otro grupo a Rusia, pues.
En 1790, ya había Mennonitas en Rusia, la Rusia de Ekaterina/ mejor, Iekatierina/Catalina la Grande, la que no los recibió por puro altruismo sino como colonos de las tierras recién conquistadas de los Turcos; junto con los Mennonitas, Rusia recibía, al mismo tiempo, otros grupos étnicos, de los Balcanes y de otras partes.
Pero, de Europa Central, a fines del siglo XIX, los Mennonitas tuvieron que emigrar por completo. La mayoría pudo emigrar a América del Norte, entiéndase Vespuccia; tampoco por altruismo puro de ésta sino también por el interés de poblar tierras robadas. Estos Mennonitas no tuvieron más problemas, por lo menos problemas que los hayan obligado a un nuevo éxodo, si bien tuvieron hartas presiones para desintegrarse como entidad.
No tanta suerte tuvieron los Mennonitas de Rusia; donde, en 1920, ya sumaban unos cien mil. El destino los alcanzó cuando la Rusia postrevolucionaria prohibió la existencia misma de religión en el país.
En los primeros tiempos de esta prohibición, o sea en los años 1923 a 1926, treinta mil Mennonitas pudieron emigrar a Canadá sin inconvenientes. Otros, un pequeño grupo, decidieron alejarse a Siberia, esperando aislarse así del ojo gubernamental, pasando, eventualmente, a China, desde donde, bastante más tarde, también llegaron al Paraguay.
Lamentablemente para los demás Mennonitas todavía en Rusia, entonces se agregó incluso la prohibición de emigrar, de Rusia.
(1) Por otra parte, en 1927, algunos de los Mennonitas ya en Canadá no querían someterse a la presión canadiense para que renunciaran a su idioma y a sus costumbres, para que se asimilaran al ambiente prevalente, y emprendieron otro éxodo, buscando aislación en el Paraguay, formando la primera de las tres grandes colonias mennonitas del Chaco. Algunos, que habían pensado que era suficiente emigrar de Canadá a México, eventualmente también terminaron en el Paraguay, pero no en el Chaco.
Luego, o sea en el año 1929, entraron en escena los Mennonitas que hubieron de dar fama a las colonias mennonitas del Paraguay.
(2) Resulta que, a pesar de la prohibición de emigrar de Rusia, un grupo de cuatro mil Mennonitas se empecinó en conseguir un permiso para salir del país, con la idea de pasar por Alemania en dirección a Canadá; y el permiso lo consiguió.
Pero, una vez en Alemania, y en tránsito, según pensaban, descubrieron que Canadá no los iba a aceptar, por una parte, por los problemas que Canadá tenía