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A» En las primerísimas cuadras de Asunción, y todas las demás también, nos esperaba una ininterrumpida sorpresa topográfica. Nos hubiese parecido obvio y natural - claro que por culpa nuestra, porque no teníamos ninguna razón para anticipar la topografía así - encontrar Asunción extendida cómodamente en una llanura a orillas del río Paraguay.  No, señor, las calles de Asunción suben y bajan, suben y bajan.

A» Asunción es, sin duda, una ciudad limpia; no es que, entre sus habitantes, falten algunos chanchitos antisociales, si bien no los hay muchos, pero hay casi siempre a la vista personal de limpieza fácilmente visible por su elegante uniforme color naranja vivo; y como parece que hay más limpiadores que ensuciadores, la batalla siempre termina a favor de la limpieza.

A» La tarde de nuestra llegada, y toda la noche siguiente, hizo un calor mejor ilustrado por la mínima de aquella noche, de 27 grados, con unos 85/oo de humedad. Según nos enteramos, no era un calor habitual para este mes otoñal de mayo, pero hubo que aguantar igual. A la mañana, Božka no pudo hacer la cama por estar los colchones mojados de sudor.

Y no hay por qué extrañarse, ya que, mirando bien las cosas, Asunción se encuentra en la confluencia de los ríos Paraguay y Pilcomayo, y es a lo largo del Pilcomayo que se registran los calores más altos de toda Sudamérica; hasta 48 grados.

Estábamos justamente comentando la situación cuando - como si el clima asunceño quisiese mostrarnos de qué otra cosa es capaz - se abatió, sin el más mínimo preaviso, sin la más mínima gotita de alarma, una sólida catarata que nos dejó mojados de par en par en la frenética corrida alrededor del coche para cerrar las ventanillas. Realmente, pareció como si alguien allá arriba hubiese vaciado de repente su ciclópeo balde.

Por lo menos, ahí no más, aminoraron ambitura y humedad a niveles más otoñales.

La máxima diurna de nuestro segundo día fue de sólo 28 grados.

No sin razón, y considerando que los calores estivales, según se nos contó, están frecuentemente en los 40 grados, los comercios y las oficinas abren a las 7/7:30, cierran a las 11:30/12, y reabren recién a las 3 ó 4 de la tarde.

Por otra parte, a veces puede hacer realmente frío. Por ejemplo, ahora mismo, hace 15 grados, y hay que sentir qué es una caída repentina a 15 grados cuando uno está aclimatado a 25 ó 30 grados.

A»  El mismito primer domingo de nuestra estadía, fuimos al Museo de Etnografía y Varios. Nos encontramos con lo de tantos otros lugares ineficientes y faltos de consideración para con el público: puerta cerrada, muda y ciega, ningún indicio de horario.