su fabricación, y con nuevos signos fonéticos de su invención; y, por otra parte, se dedicaban, muy naturalmente, a endoctrinar, salvar, y cosechar, almas.
A veces, lo teológico y lo financiero se entrelazaban, mejor dicho lo teológico se solucionaba, se dirimía, con lo financiero, como en el problema de la costumbre de matear de los paraborígenes, que los Jesuitas tuvieron que enfrentar.
Resulta que había dos legendas guaraníes en cuanto al origen del ritual de matear; según una legenda, el origen era divino, según la otra legenda, el origen era diabólico. Los Jesuitas que escucharon la versión divina no tuvieron inconveniente, con sólo agregarle un grano de cristianismo. Los Jesuitas que escucharon la versión demoníaca se apresuraron a denunciar ante el Santo Oficio de la Inquisición en Lima la peligrosa superstición puesta en evidencia por la costumbre de matear.
Eventualmente, todos los Jesuitas se pusieron de acuerdo en cuanto a la yerba mate paraguaya - a su gran potencial económico. Así se pasó de su inmemorial recolección en la selva, con propósito de ritual, divino o diabólico, a su cultivo comercial en yerbales bajo el muy noble y técnico nombre de Ilex Paraguaiensis, o Paraguayensis, con propósito de lucro.
Las misiones eran pues, según el punto de vista adoptado, ya sea un experimento socio-cultural de sociedad perfectamente regulada física- y espiritualmente, incluyendo la protección física de los paraborígenes contra el exterminio físico que hacía estragos en tantas partes de América; ya sea una maquinaria diabólica para aniquilar la identidad cultural y, por lo tanto, la existencia como nación, de los paraborígenes, guardándose empero el uso de sus brazos y lomos, un tipo de bomba de neutrones para gente.
De todos modos, se dice que a los Jesuitas se debe la conservación y la transmisión del idioma guaraní, así como numerosos libros sobre la historia, geografía y etnología guaraníes. Y es cierto que todavía hoy todo el mundo habla guaraní. Entre sí, siempre escuchamos la gente hablar guaraní; hablan castellano sólo cuando hablan con nosotros. Y a lo conservado y transmitido quizás haya que agregarle la costumbre de matear.
Por otra parte, cualesquiera hayan sido los motivos de la existencia de las misiones, lamentablemente para cualquiera de las dos filosofías, y más lamentablemente para los propios paraborígenes, pronto aparecieron otras gentes que decidieron aprovechar las misiones para otros fines.
Cuando un zorro descubre un gallinero repleto de gallinas, ¿para qué iría a perder tiempo y energía cazando bocados escurridizos en el bosque? Cuando las bandas de cazadores de esclavos venidas de las costas del Brasil se percataron de la existencia de las misiones, sus ojos no vieron otra cosa que la tremenda bonanza de miles de esclavos ya juntados y acorralados, listos para ser robados y arreados, atacando y saqueando repetidas veces las misiones. De >>>>>>>>