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pueblo, con la bomba de nafta perforada o de otra manera impactada e inservible; una bomba de nafta que, como ya sabemos, en estas partes de América no se consigue.

A buscar un taller mecánico, a pesar de la advertencia de la estación de servicio de que, en Posadas, no hay ninguno bueno. Sin embargo, tenía que ser un taller por lo menos un poco bueno porque, para la sencilla operación de poner un bulón nuevo, era necesaria la menos sencilla operación de sacar la bomba de nafta primero y recolocarla correctamente luego - probablemente una chispa de astucia de los señores ingenieros automotores, quienes idean pero nunca reparan sus inventos.

Solucionado este problema - con algo de tensión durante la operación pero con alivio final de que haya sido en su fase benigna - nos pareció inapropiado cruzar al Paraguay en la balsa recién de tardecita. Qué ventaja será, para la gente, poder cruzar en cualquier momento, cuando se haya cerrado la brecha todavía abierta en el gran puente en construcción.

Por otra parte, nos enteramos de que hay aquí, en Posadas, un serpentarium donde extraen el veneno de los ofidios. Fuimos. Muy gentilmente se nos dio la invitación de presenciar la extracción del veneno, e incluso de fotografiar la operación, pero, por ser hoy sábado, podría ser recién pasado mañana.

Las circunstancias del serpentarium no parecen ser propicias a fotografías, pero podría ser interesante ver la extracción. Así que, muy posiblemente, estamos aquí hasta pasado mañana.

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Sí, nos quedamos.  Domingo, ya muy tarde.

En las calles de Posadas, notamos lo siguiente.

þ­ Varios indicios nos rejuvenecen a los tiempos de los países antes de Chile: una niña pasó su mano a todo el largo del coche; un calígrafo desconocido dejó su nombre trazado en la suciedad del coche, curiosamente en una letra bastante madura y elegante; también aparecieron nuevamente los chiquillos mendigando.

­þ Por otra parte, unos escolares inquirieron con cierto detenimiento qué hacemos, para, en sus palabras, comentar nuestra empresa a sus maestros en la escuela.  Qué hermoso espíritu de iniciativa.  Ojalá les perdure.

­þ Se ve bastante claramente una co-existencia de razas; por una parte, gente baja, y de un marrón muy oscuro, por otra parte, gente alta, o por lo menos mediana, y rubia. No hace falta ser gran etnólogo para ver que unos tienen sangre paraborigen y los otros, sangre alemana y eslava.