mejor dicho ningunos restos, si bien, indudablemente, algunos quedan como piezas de museo.
Con cierta frecuencia, la carretera se va deslizando sobre terraplenes por entre bañados. Es que la topografía argentina tiene una gran amplitud de rasgos; desde estos bañados hasta los altos cerros de la Cordillera, entre los más altos de la Tierra, desde las tierras más llanas que vimos, y entre las más ricas del globo, hasta la aridez esteparia barrida por el viento que también vimos durante tantas semanas, desde algunas sierras amables hasta la grandiosidad de los hielos subantárticos.
Aquí, a 200 kilómetros de la ciudad de Posadas, nuestra meta para cruzar al Paraguay, la topografía sigue muy llana; más llana que el mar, porque no acusa la curvatura terrestre; y esta circunstancia es fácil de observar porque no hay bosques, todo, de horizonte a horizonte, es pastizales naturales.
A 110 kilómetros de Posadas, otra vez ondulaciones, otra vez bosques; mejor dicho, plantaciones de eucaliptos, y bastante extensas según las vemos en sus ondulaciones en la lejanía, desde el bosquecillo de eucaliptos en nuestra ondulación donde vamos a pernoctar.
Por otra parte, más al norte, debe de haber otros tipos de bosques, de otras especies de árboles, a juzgar por los camiones que estuvimos cruzando cargados de gruesos rollizos, sin cortar o segmentados, de algo que no son eucaliptos.
Sigue la tierra colorada, la tenemos debajo de las ruedas y de los pies. Aquí, parece bastante firme; pero, durante el día, la vimos frecuentemente muy mojada, probablemente el resto de la época de lluvias que se está terminando. Esperamos que nunca tendremos que viajar por tierra colorada mojada, porque parece bastante asustador.
También, tenemos a la vista un nido de hornero todo rojo, una combinación atractiva para nosotros por su novedad después de tantos que vimos del color tierra común; pero no hay por qué tomarlo con tanto interés, es sólo lógico que las viviendas de barro sigan el color del barro de su región, ya sean ellas estos nidos de horneros o las viviendas de adobe que vimos cambiando de color, en el Perú creemos que fue, según cambiaba el color de la tierra del lugar.
Para finalizar el día, inspeccionamos, según nuestra costumbre, las ondas radiofónicas.
~ En lo local, nada fuera de la mediocridad y de los anuncios habituales. Solamente cabe destacar y disfrutar que hay mucho menos música gringa, a favor de mucho más música folklórica local.
~ También captamos una radioemisora paraguaya, dedicada exclusivamente a conceptos ideológicos durante todo el tiempo que la escuchamos; lo que nos >>>>>>>>