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En la misma estancia, los mismos manipuladores genéticos también, alguna vez, se ocuparon del otro extremo de magnitudes, y criaron caballos de hasta nada menos que 2,17 metros de alto, y de 1.650 kilogramos; pero estos bichitos resultaron sin aguante, y la cosa no pasó a mayores - la palabra exacta.

Naturalmente, tal miniaturización en los mini-caballos suscita la creencia en, y la búsqueda - y, si falta hace, a manos de los periodistas, la invención - de algún secreto.

La directora de la caballeriza nos mostró, con indignación e irritación, revistas "divulgando" "secretos" cuyo origen no puede ser otro, nos dijo, que el puro deseo de sensacionalismo, como ser que llevan las yeguas a una isla desierta sin comida para que las crías resulten cada vez más pequeñas; o que practican en las yeguas cesárea prematura.

Otro tema de irritación por obra y arte de los periodistas. En una revista, se publicó una fotografía de uno de los caballitos como siendo el campeón de la miniaturización, con sólo 37,5 centímetros de alto y 12,230 kilogramos. Dicho caballito efectivamente existió y tales eran su medida y su peso, pero era sólo un potro, y de ninguna manera representativo de los adultos de la raza.

Finalizada nuestra visita, recorrimos los tres kilómetros que separan el casco y la tranquera de la estancia, con los ojos todavía impregnados de tantas miniaturas, cuando divisamos, en un campo lindero, un dinosaurio de largas patas y largo cuello que, a segunda vista, resultó ser un simple caballo de este planeta.

\BA/  Volvimos de Buenos Aires a Buenos Aires; de provincia a capital federal.
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Parece ser ilustrativo de Buenos Aires que haya, en este momento, actuaciones del Teatro Bolshoï de Moscú y del Teatro Nacional de Peking, mientras que, en el Teatro San Martín, moderno orgullo de la ciudad - los vertibuses no funcionan por falta de dinero para arreglarlos.

Incidentalmente, se nos dice que Buenos Aires cuenta con 48 salas teatrales.

Tuvimos la mala, pero necesaria, idea de mandar hacer un juego de fotocopias de las 500 páginas más recientes de las transcripciones de nuestras grabaciones, para guardar los originales nosotros y mandar las fotocopias a otra parte, como medida de seguridad. Este trabajo, que, en Vespuccia, hubiese tardado quizás veinte minutos en una máquina automática, aquí, llevó todo el largo de tres horas y media, con cada hoja colocada laboriosamente a mano, y dada vuelta a mano, y reemplazada por la siguiente, a mano.

Podríamos haber tenido una entrevista en la televisión, pero tiene tanta inflexibilidad en su programación, basada, mucho en programas pre-empaquetados >>>>>>>>